Otra vez la violencia volvió a superar al espectáculo en la Rosarina. Lo que tendría que haber sido una verdadera fiesta terminó siendo una tarde negra para las páginas del deporte en el fútbol local. El partido que estaban disputando el líder del Clausura San José ante 1º de Mayo iba 2 a 2 y faltaban apenas tres minutos para que el árbitro Carlos Boxler diera el pitazo final. Pero la impotencia de Pablo De Nichilo hizo que el encuentro se transformara en una batahola. Es que el volante visitante le pegó un patadón desde atrás al hábil Acedo y se fue expulsado. Pero algunos muchachos de Rucci no tuvieron mejor idea que comenzar a tomarse a golpes de puño con sus rivales, quienes no dudaron en responder. Después de varios minutos de tensión y trompadas, el clima se calmó un poco. Como fruto de este incidente se fueron expulsados también Valdez, Juan Gómez y Vicentín en los locales, y Flores, Vera e Incalcaterra en la visita. En lo que va del torneo que organiza la Rosarina hubo varios partidos que no pudieron terminar como consecuencia de la violencia. En esta ocasión los protagonistas de estos hechos de vandalismo fueron los jugadores de San José y 1º de Mayo. Aunque en verdad, todo comenzó por la actitud que exhibieron algunos hombres de Rucci. Después de estos incidentes muchos se preguntarán de quién fue la culpa. Pero entrar en este juego de suposiciones es como debatir entre el huevo y la gallina. Lo ideal, amén de la actitud en algunos jugadores de 1º de Mayo, hubiera sido que haya más efectivos —había sólo dos— teniendo en cuenta que este era un partido especial. Ahora es tarde para lamentos. Lo único cierto es que hechos como estos le hacen mal al fútbol y a la gente que paga su entrada y no tiene seguridad.
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