Año CXXXV
 Nº 49.623
Rosario,
domingo  06 de
octubre de 2002
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El optimismo del FMI sobre Brasil choca con los datos macroeconómicos
La deuda será el gran desafío a vencer por Brasil
Las promesas de mayor gasto social y el compromiso de pago de los intereses son incompatibles

David Chance

Londres. - Brasil no tiene nada de qué preocuparse si mantiene políticas económicas "sanas" luego de su elección presidencial, de acuerdo a declaraciones que hicieron el fin de semana pasado la funcionaria del FMI Anne Krueger y el presidente de la Reserva Federal en Nueva York, William McDonough.
Según ese punto de vista, desaparecerá el nerviosismo que ha conducido a una depreciación del 36 por ciento del real frente al dólar este año, y a un alza del 13 al 25 por ciento en el rendimiento del bono Brady C de Brasil, por la posible victoria de Lula da Silva.
Las caídas que han sufrido los mercados brasileños reflejarían la lógica de los inversionistas de que, si Lula gana, es poco probable que recorte el gasto -en un país donde 40 millones de sus 170 millones de habitantes viven en la pobreza- para tener dinero suficiente para pagar el servicio de la deuda brasileña.
Según este escenario, si Lula vence y se muestra dispuesto a recortar los gastos, liberalizar la economía y abrir más el comercio, las tasas de interés de Brasil bajarán, la economía se recuperará y las deudas serán pagadas.
Krueger, subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), considera que "Brasil superará su situación sin una reestructuración de su deuda porque están en posición para seguir creciendo". Sin embargo, algunos analistas advierten que este punto de vista optimista requerirá de duros ajustes en los próximos años.

Recortes y liberalización
Para que funcione el escenario que presentan Krueger y McDonough, el primer paso sería que el nuevo gobierno brasileño elija a un equipo económico que genere confianza entre los inversionistas y que, respaldado por el ya acordado crédito de 30.000 millones de dólares del FMI, aleje a los especuladores.
Sin embargo, hay analistas financieros que dicen que Brasil necesita más reformas. El déficit en la cuenta corriente de Brasil es un motivo de preocupación, ya que el país necesita fuertes ingresos de capitales para financiar su brecha externa.
Según algunos analistas, cualquier ajuste en su balanza externa que incluya un incremento en las exportaciones y una reducción en las importaciones, tendría que producirse como resultado de un tipo de cambio devaluado y una contracción en el crecimiento económico. Pero así aumentaría el costo del servicio de la deuda a través de tasas de interés reales más altas y aumentaría la relación deuda/PBI (Producto Bruto Interno), algo que probablemente acercaría más cualquier crisis, y además llevaría a más gente a la pobreza.
Para evitar este tipo de ajuste, varios economistas argumentan que Brasil debe aumentar su superávit fiscal primario, que ya está en 3,75 por ciento del PBI, y reducir el gasto que provocó que la deuda se incrementara.
"Para Brasil, incrementar el superávit fiscal primario a 5 por ciento del PBI significa reducir el déficit del sistema de jubilaciones, el gasto en salarios y los gastos financiados por ingresos ya asignados", señaló Paulo Leme, analista de Goldman Sachs.
A fines de septiembre, el Banco Central de Brasil recortó su estimación de los flujos de inversión extranjera directa (IED), una de las principales fuentes de financiamiento externo de la nación sudamericana, en este año y el próximo. Pero también pronosticó que el déficit de la cuenta corriente del país se reduciría más de lo previsto en el 2002 y el 2003, gracias a un creciente superávit comercial. El déficit de cuenta corriente bajó de 33.000 millones en el 98 a 23.000 en 2001 y se estima en 15.000 para este año.

Un fuerte paralelo con Argentina
Pero, ¿Qué pasa si pese a las tranquilizantes palabras de Krueger y de McDonough -que son sorprendentemente muy similares a las palabras del FMI y del Grupo de los Siete (G7) sobre Argentina antes de que cayera en default- Brasil no puede pagar sus deudas? \Si Brasil cayera, pese a mantener las políticas liberales delineadas por los banqueros y el FMI, los flujos de inversión para las economías en desarrollo podrían disminuir, se crearían dudas sobre la credibilidad del FMI y sobre la agenda de liberalización de Washington, además de que habría un daño para los estados financieros de los bancos del mundo desarrollado.
Muchas de las preguntas que surgieron después del default de Argentina han quedado en el archivo, pero un derrumbe de Brasil sería demasiado grande para ser ignorado, ya que repercutiría en toda América latina.
En el caso de Argentina, dicen los analistas, el país tenía un tipo de cambio inflexible, el uno a uno, acumuló demasiada deuda y el costo del servicio de la deuda era un gran porcentaje de las exportaciones.
La deuda pública de Argentina pasó de 38,9 por ciento del PBI en 1998 a 49,4 por ciento del PBI para fines del 2000, según cálculos del FMI. Las emisiones de bonos del sector público de Argentina habían aumentado de 2.500 millones de dólares anuales en 1993-1994, a 11.250 millones en 1996-1999.
Pero el caso de Brasil, el país más poblado de América latina y la mayor economía de la región, no es como el de Argentina. Tiene un superávit en su presupuesto primario -no incluye el servicio de la deuda-, atrae inversión suficiente para cubrir su déficit de cuenta corriente, tiene un tipo de cambio flexible para soportar las conmociones de un ajuste y ha liberalizado. Pero este año tendrá un costo de servicio de la deuda (externa e interna) de alrededor de 40.000 millones de dólares. La deuda externa es de 207.0000 millones de dólares, de los cuales 90 mil corresponden al Estado. Pero además Brasil tiene una deuda pública interna de 260.000 millones de dólares, nominada en reales pero en gran proporción indexada por el dólar, que crece a ritmos elevados parejos con la devaluación del real.
Por esto, y pese a todas estas diferencias, existe el mismo patrón de un endeudamiento creciente en ambos países. La creación de deuda de Brasil se asemeja a la de Argentina, con un amplio incremento en la proporción de deuda pública respecto al PBI, a 62 por ciento actualmente desde 29,2 por ciento en 1994, y un déficit presupuestario que es de alrededor de 6 por ciento del PBI. (Reuters)



Lula saluda desde su departamento en San Pablo.
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