El Opus forjó buena parte de su prestigio en América latina, en donde cuenta con 28.000 miembros. La histórica influencia de la Compañía de Jesús en ese continente fue sustituida en parte por la del Opus Dei, punta de lanza para combatir a las corrientes más modernas de la Iglesia. Surgida en los años previos a la Guerra Civil española, el Opus Dei (Obra de Dios) quedó muy marcado por esa coyuntura, lo que explica su incondicional apego al aparato eclesiástico de antes del Concilio Vaticano II, que revolucionó a la iglesia en los años 60, su odio obsesivo al comunismo y su gusto por la clandestinidad. La llamada "mafia santa" o "ejército del Papa", como ha sido definida por detractores y admiradores, controla e influye, sin jamás aparecer jurídicamente como propietaria de numerosas escuelas, universidades, centros de capacitación y medios de comunicación de América Latina. Según datos oficiosos, en Perú, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México y Venezuela, más de 100 colegios, centros de formación e investigación de varios niveles gravitan en su radio de influencia. Entre las instituciones más reconocidas figuran la Universidad de La Sabana, en Colombia y la Universidad de Piura en Perú. El Papa ha igualmente designado numerosos miembros del Opus como obispos en América latina, en particular en países como México, en donde cuenta con cerca de 7.000 adeptos, en Argentina (5.000), Colombia (4.000) además de Venezuela, Brasil y Guatemala. Según el periodista francés Francois Normand, del periódico Le Monde Diplomatique, y que ha investigado por años a la organización, "la nueva estrategia del Opus Dei consiste en infiltrarse en las organizaciones internacionales", como por ejemplo las Naciones Unidas, la Unesco o la Organización para el Comercio y el Desarrollo (Ocde). (AFP) Kelly Velásquez
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