Año CXXXV
 Nº 49.623
Rosario,
domingo  06 de
octubre de 2002
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Monseñor José María Escrivá de Balaguer es llevado a los altares por el Papa
Santifican hoy al fundador del Opus
El religioso, fallecido en 1975, creía que la Iglesia necesitaba modelos de gente común para la santidad

Philip Pullella

Decenas de miles de peregrinos del Opus Dei comenzaron a llegar ayer a la plaza de San Pedro para asistir a la canonización del fundador de la prelatura, José María Escrivá de Balaguer (1902-1975). Se espera que más de 250.000 miembros y partidarios del grupo, cuyo nombre significa "Obra de Dios", asistan a la ceremonia.
Escrivá murió en 1975 y en 1992 fue declarado beato, relativamente en un tiempo muy corto.
Los críticos dicen que la rapidez para declararlo beato demostró el poder del Opus Dei en el Vaticano, pero en realidad fue uno de los primeros grupos dentro de la Iglesia que se benefició de las nuevas normas que facilitan el procedimiento a la santidad después de muchos siglos de larga espera.
En los años transcurridos desde la beatificación de Escrivá en 1992, el paso anterior a la santidad, el Opus ha sido acusado casi a diario de tener una agenda peligrosa, secreta y extremista.
Algunos legisladores izquierdistas italianos dicen que es similar a una logia masónica y tratan de que el Parlamento lo proscriba. Una investigación del Ministerio del Interior no encontró ninguna irregularidad. "Aquí estoy. Pregúntenme lo que quieran", dijo sonriente el padre Flavio Capucci, el postulador italiano o principal promotor de la causa para la santidad de Escrivá.
Capucci ha hecho la tarea de su vida obtener el reconocimiento de la Iglesia para la santidad de Escrivá, algo que los miembros de Opus Dei firmemente consideran que se merece. La mente de Capucci no se ha ocupado casi de nada más en los últimos 24 años.

Fieles comunes
Capucci es uno de los casi 1.800 sacerdotes del Opus. El resto de los 84 mil miembros en todo el mundo son fieles comunes, muchos de ellos de clases profesionales. No usan uniforme ni sotanas ni cuello clerical. Ni siquiera llevan una cruz en la solapa como algunos curas modernos cuando visten de civil.
En parte porque sus miembros no son fácilmente identificables, el grupo ha sido acusado a menudo de tratar de formar "una Iglesia dentro de la Iglesia" e impulsar secretamente su agenda conservadora.
"Antes de 1982 carecíamos de un lugar preciso en la estructura de la iglesia, y por eso la gente se mostraba recelosa", dijo Capucci.
En 1982, el Papa concedió al Opus su primera prelatura personal, una nueva estructura prevista en el Segundo Concilio Vaticano en 1965. Una prelatura personal es una posición jurídica única en la Iglesia que la diferencia de una tradicional orden religiosa, como los franciscanos.
Los recelos no terminaron en 1982, pero la organización parece haberse abierto poco a poco al resto del mundo en los últimos 20 años, e incluso los críticos del pasado ahora lo reconocen.
Rodolfo Brancoli, un veterano periodista italiano que ha seguido al Opus Dei por casi 50 años, dijo que "recientemente se han registrado cambios sustanciales en la percepción del Opus Dei".
Brancoli señaló que los periódicos italianos tradicionalmente izquierdistas, como La Repubblica y L'Espresso, han suavizado sus críticas al Opus.
En un tiempo el grupo fue acusado de presionar a sus miembros para una mentalidad de carrera, de inspirar una tendencia comunitaria de orar juntos y ayudarse entre sí en los pasillos de las empresas y la banca.
"Hoy en día, de repente, parece que está de moda entre los políticos, los empresarios y los directores de periódicos, que hasta hace poco evitaban ser asociados públicamente con el Opus Dei", escribió Brancoli.
Uno de los pocos que sigue criticando al Opus Dei es Kenneth Woodward, autor del libro de 1990 "Haciendo santos: Cómo la Iglesia católica determina quién se convierte en santo, quién no y porqué".
Woodward, quien es también director religioso de la revista Newsweek, escribió recientemente que "la riqueza e influencia del Opus Dei ha silenciado a la mayoría de sus oponentes" en la jerarquía del Vaticano. "Incluso sus admiradores saben poco sobre las maniobras de esta sigilosa Iglesia dentro de la Iglesia", dijo.
Capucci niega todas las acusaciones con una sonrisa.
"Yo podría entregarles una lista de acusaciones contra nosotros, pero los que tienen fe saben que el Papa está a punto de proclamar santo a nuestro fundador y eso es una fuente de inspiración para todos".
"Creo que parte de la razón por la que la gente nos critica y nos encuentra difíciles de entender es por la novedad de nuestro mensaje", añadió.
Escrivá, quien fundó el Opus Dei en España en 1928, creía que los católicos podrían llegar a santos viviendo existencias completamente ordinarias y buscando la santidad en todas las cosas comunes que hacían, ya fuesen banqueros o panaderos.
Escrivá creía que la Iglesia necesitaba modelos de gente común para la santidad, que no tuvieran que convertirse en sacerdotes, monjas o mártires para ser santos.
El Papa Juan Pablo II ha expresado simpatía con el grupo. Su portavoz, Joaquín Navarro-Valls, es quizás el miembro más reconocido del Opus Dei en todo el mundo.
Capucci también rechaza acusaciones de elitismo.
"No somos una elite. Somos la fotocopia de una estructura social que uno encuentra en todos los países. Si uno va a Africa, encontrará a miembros que no son ricos, igual que en América Latina. En Italia hay muchos miembros de la clase media", dijo.
Para demostrar su solidaridad con los pobres, a cada uno de los participantes en la canonización de hoy se les ha pedido que donen cinco euros para ayudar a proyectos de desarrollo en Africa.

Los distintos votos
Parte de la controversia que rodea al grupo es que aunque no todos sus miembros son sacerdotes y trabajan en empleos comunes, algunos hacen votos similares a los que toman los sacerdotes y las monjas.
A estos miembros se les llama "numerarios". Viven en centros del Opus Dei y hacen votos de castidad, pobreza y humildad. Cada año renuevan sus votos y cada cinco hacen uno para toda la vida.
Después de cubrir sus propias necesidades materiales, se les exhorta a entregar el resto de sus salarios para proyectos e iniciativas del Opus Dei.
Sin embargo, el concepto de pobreza del Opus no es el mismo que uno espera de un franciscano, por ejemplo.
De acuerdo con Marc Carroggio, un portavoz del Opus Dei en Roma, un "numerario" puede incluso hacer inversiones financieras, pero las ganancias se destinarán a obras de la organización. "Es lo mismo que uno haría con su familia", dijo.
La mayoría de los miembros del Opus Dei, llamados supernumerarios, son casados o solteros que hacen votos anuales al grupo. (Reuters)



Monseñor José María Escrivá de Balaguer.
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