De la mano de Jerónimo Bidegain, Marcos Milinkovic y Pablo Meana, con el agregado de una actitud más aguerrida que en ocasiones anteriores, el seleccionado argentino de vóleibol se deshizo anoche de Bulgaria ganándole 3 a 1 para lograr el gran objetivo que se había planteado antes del comienzo del torneo: estar entre los ocho mejores equipos. El conjunto dirigido por Carlos Getzelevich se impuso con parciales de 25-20, 22-25, 25-14 y 25-19, y hoy definirá con Italia el ganador del Grupo G. Argentina comenzó con el pie derecho jugando un buen primer set, especialmente desde el 6 iguales al 16-10, ahí funcionó a pleno en defensa y ataque. La figura de Bidegain se agigantó logrando cuatro puntos con su saque, tres de ellos seguidos. También en ese lapso Bulgaria fue un equipo ampliamente superado por el juego argentino, y recién apareció en cuentagotas después del 10-16 en contra. El equipo europeo llegó a ponerse a dos puntos lo que obligó al entrenador argentino a pedir rápidamente un tiempo técnico. A partir de ahí reapareció Argentina, otra vez con Bidegain como su principal arma bien acompañado por Jorge Elgueta y terminó imponiéndose por un claro 25-20. En el segundo juego Argentina jugó totalmente distinto de lo que había hecho en el primer set. No le funcionó el saque, inclusive Bidegain no pudo mantener el nivel y además tuvo un mal bloqueo. Y para colmo Milinkovic, su arma más poderosa, no pudo brillar en toda su dimensión marcando apenas cuatro puntos. Entonces, Bulgaria, supo aprovechar las ventajas que otorgó Argentina y de la mano de Vladimir Nikolov se llevó el segundo parcial 25-22. En el tercer set reapareció Argentina con todo su esplendor. De a ratos su trabajo fue avasallante con un Milinkovic mucho más enchufado a la hora de rematar, convirtiéndose en el eje de la victoria argentina en el set por 25-14. El cuarto y definitivo set fue jugado prácticamente tanto a tanto hasta el 14-14, a partir de ahí Argentina dominó con tranquilidad el tablero y el juego para quedarse con un lapidario 25-19 que selló la suerte de los búlgaros y el delirio del público que volvió a colmar el Luna Park. Todos estaban felices. El primer objetivo acababa de cumplirse. (DyN)
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