La Cámara Penal de Rosario confirmó el veredicto de 12 años de prisión dictado por un juez de primera instancia contra un hombre acusado de violar durante años a las dos hijas de su concubina, episodios que ocurrieron hace mucho tiempo. Aunque intentan llevar una vida normal y una de ellas está embarazada, fuentes judiciales aseguran que ambas mujeres aún no consiguen superar los traumas que les dejó el sometimiento que padecieron sistemáticamente durante años.
El fallo de los jueces Rubén Jukic, Antonio Paolicelli y Guillermo Fierro ratifica la sentencia contra Pedro Mauricio Correa, un sujeto de doble personalidad que por un lado militaba activamente en una iglesia evangélica y se mostraba como un buen hombre, y por otro lado, mientras nadie lo veía, abusaba sexualmente de sus hijastras.
Imagen pública
Correa había sido denunciado en abril de 1997 por la madre de las chicas. Fue en la localidad de Correa, donde vivía una relación aparentemente idílica con la mujer (una rosarina divorciada que se había mudado a ese pueblo) y se comportaba públicamente como un excelente padre de las chicas.
Cuando se inició la investigación, hasta el pastor de la iglesia a la que concurría fue a la comisaría del pueblo a declarar que se mostraba como una "excelentísima" persona.
En aquel momento las chicas tenían 14 y 12 años, pero según se comprobó después el sometimiento se había iniciado cuando ambas eran mucho más pequeñas. Las nenas jamás lo habían revelado porque el abusador las aterrorizaba para que callaran y eso las había llevado a ni siquiera entre ellas hablar del tema.
Por esa misma razón, probar sus abusos no resultó nada fácil, y menos cuando se supo que todas las personas que lo conocían percibían a Correa como un buen hombre, que cantaba en el coro de la iglesia a la que asistía la familia y se exhibía como un padre cariñoso y protector.
Sin embargo, la investigación judicial finalmente corrió el velo que cubría la personalidad oculta de Correa. Así se supo que las chicas padecían una gran angustia y que todas las mujeres de la familia, incluida su madre, demostraban una "rígida y patológica sumisión" al violador oculto detrás de la otra fachada.
Dos personalidades
Según la investigación Correa tenía una perversión sin límites, aunque en público se mostraba cariñoso y sensible. Cuando estaba a solas con las nenas la sometía sistemáticamente y sus vejámenes muchas veces eran atroces, aunque él siempre negó las acusaciones.
El juez de sentencia Ernesto Genesio lo condenó hace algunos meses. Ahora la Cámara de Apelaciones ratificó ese fallo. Tanto para el magistrado como para el tribunal colegiado se trata de un sujeto peligroso, con dos personalidades bien definidas. Por eso le dieron la pena máxima prevista para este delito.