Mientras la comunidad científica espera ansiosa que se den a conocer los ganadores de los premios Nobel, en el viejo Teatro Sanders de la Universidad de Harvard en Boston se entregaron ayer unos galardones especiales. Se trata de los Ig-Nobel que, a modo de parodia, premian investigaciones reales "que no pueden repetirse o que mejor no deberían repetirse". La palabra inglesa "ignoble" significa "innoble" o "miserable". Sin embargo, esta ceremonia no es ninguna miseria. Cada año viajan a Boston casi todos los galardonados y reciben los premios de manos de verdaderos premios Nobel. Este año, estuvieron presentes Dudley Herschbach y William Lipscomb, premios nobel de química y Richard Roberts, galardonado en medicina. Entre los ganadores hay quién analizó la acumulación de pelusas en el ombligo o la velocidad de desintegración de la espuma de la cerveza. Los jurados de la revista estadounidense Annals of Improbable Research encontraron éstas y otras perlas de la investigación en la avalancha de publicaciones especializadas. Uno de los momentos culminantes de la ceremonia, al igual que en los Nobel, fue la entrega del premio de la paz. Este año, el jurado se centró entre el conflicto entre el hombre y los animales. El galardón fue para investigadores japoneses que crearon el programa informático Bow-Lingual, que traduce el ladrido de los perros a diferentes idiomas. También el premio de matemática demostró que las investigaciones se ven influidas por los animales. Los distinguidos fueron dos investigadores indios que se esforzaron por determinar la superficie exacta de los elefantes locales. En el campo de la biología, fue premiado un grupo británico que investigó el comportamiento de las avestruces en celo en comparación con el de los animales en criaderos británicos. El premio de medicina demostró que los científicos también se interesan por lo humano. El honor recayó en Chris McManus del University College de Londres por su investigación publicada en 1976 en la revista Nature sobre la asimetría de los testículos en el hombre. Karl Kruszelnicki de la Universidad de Sydney aportó datos sobre un viejo problema de la humanidad. ¿Por qué, cómo, en quién y a qué velocidad se acumulan pelusas en el ombligo? Kruszelnicki recibió el premio a la investigación interdisciplinaria. En tanto, el premio de química fue para la construcción de una tabla periódica de los elementos, en la que aparece, entre otras cosas, la cerveza. El físico alemán Arnd Leike de la Universidad de Munich avanzó un paso más: Por su demostración de la desintegración exponencial de la espuma de la cerveza obtuvo el premio Ig-Nobel de Física. El de Economía fue para la investigación de un grupo de economistas internacionales que analizaron la aplicación de cifras imaginarias de la matemática al mundo de los negocios. (DPA)
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