Año CXXXV
 Nº 49.621
Rosario,
viernes  04 de
octubre de 2002
Min 15º
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Editorial
Un emblema de la ciudad

Entre las múltiples bellezas que engalanan el casco urbano rosarino, una de las principales -y que resulta emblemática- es la que constituye el parque Independencia junto con su entorno. Pero este espacio verde, histórico para la ciudad, no sólo reviste importancia desde el plano estético, sino también en lo que atañe a la faz ecológica. Auténtico pulmón de la urbe, los numerosos y valiosos árboles de que está poblado limpian la atmósfera de polución y renuevan, a la vez, el espíritu de la gente. De allí que pueda hacerse referencia, inclusive, al valor simbólico del parque, y a que el estado en que se encuentra permite inferir la situación que atraviesa la ciudad toda. Hasta hace poco tiempo, justamente, contemplarlo representaba una experiencia patética. Pero el trabajo coordinado entre el Estado municipal y grupos de defensores de la naturaleza, que cuenta con el apoyo de instituciones privadas, ha permitido modificar esa triste fisonomía y hoy día el parque busca regresar a mejores épocas.
Una secuencia fotográfica publicada en la edición de La Capital del pasado martes ayudaba a comprender la positiva transformación experimentada. La fuente del parque Francés mostraba, en la primera de las imágenes, residuos y agua estancada; la segunda exhibía la recuperación de la fuente a partir de las tareas de limpieza profunda y mantenimiento constante de que es objeto. El ejemplo gráfico era válido, pero los caminantes que recorran el parque podrán comprobar que los cambios para bien se perciben en otra zona clave: el laguito. Lo que no deja de causar estupor, en cambio, es que los culpables del deterioro del lugar sean los propios rosarinos.
El vandalismo, esa lacra de las sociedades actuales, tiene raíces claras en la Argentina y se relaciona con los tiempos de desprecio que ha vivido el país. La destrucción de las propiedades y espacios públicos, con todo lo que conlleva de autodestructiva, es su consecuencia directa. Y el parque, en Rosario, se había erigido en una de sus principales víctimas.
Debe rescatarse, entonces, el trabajo en red que ha convertido al Independencia -de nuevo- en un ámbito de esparcimiento y solaz de los rosarinos. Y exhortar al afecto y el cuidado por el entorno: ninguna realidad negativa se transforma desde la destrucción gratuita.


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