Año CXXXV
 Nº 49.618
Rosario,
martes  01 de
octubre de 2002
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Fue jefe de Redacción de La Capital
Falleció el periodista y escritor Raúl Gardelli
Hace dos semanas había presentado su último libro

Marcelo Castaños / La Capital

Hace dos semanas, cuando presentó "Conmovida memoria", su último libro, esbozó una suerte de despedida. No habló de su partida, por supuesto, pero dejó en claro que ese sería su último trabajo. Muchos se emocionaron, algunos se preocuparon. Pero no pensaban que pasarían tan pocos días para que Raúl Gardelli falleciera. Se fue ayer, a los 86 años, víctima de una bronconeumopatía y una descompensación cardíaca (de nuevo el corazón), aunque lúcido hasta el último momento. Y dejó entre muchos de los que lo conocíamos el regusto amargo de la charla pendiente.
Había nacido en 1916 en el campo, cerca de Carmen del Sauce, pero desde 1919 vivió en Rosario. En 1939 conoció la Redacción de La Capital, donde empezó a trabajar. Su carrera lo llevó a ocupar la Jefatura de Redacción de este diario, y luego de retirarse de la empresa siguió participando como colaborador permanente. También fue director de La Tribuna, fundó la Revista de Artes e Ideas y ocupó, en el ámbito público, el cargo de director de Cultura de la Municipalidad. Asimismo, formó parte de las comisiones de Revista y Cultura de la Bolsa de Comercio, donde trabajó en la confección de los libros por el centenario de la institución.
Además de las incontables notas escritas en este y otros medios, y de sus últimas narraciones, Gardelli publicó varios libros que valieron la consideración de escritores de renombre en el país. "El árbol, el yermo y los libros" (1964) recogió elogios, entre otros, de Manuel Mujica Láinez, Victoria Ocampo, César Tiempo y Arturo Capdevilla. Luego vendrían "Memorias olvidadas" (1991), "Esa puerca soledad" (1996), "La botella compartida" (1997) y "Conmovida memoria" (2002). Los últimos años fueron sin dudas los de mayor producción bibliográfica.
Cultor de la amistad, en "La botella compartida" (el título original que nunca conoció la imprenta era "Loor y diatriba") dedicó un espacio notable a las amistades de todos los tiempos, de la realidad y la mitología, en un relato minucioso y bello.
Había capeado a la muerte en otros momentos, y demostrado que habría Gardelli para rato. Uno de ellos terminó en un episodio inolvidable. Fue a principios de 1992, cuando quedó en Unidad Coronaria y pensábamos que se trataba de su última internación. El pensó lo mismo (lo confesaría más tarde). Y en ese momento pidió papel y lápiz y escribió desde su camilla, a mano levantada, una nota memorable sobre las enfermedades de la infancia. "Pocos largos días en un sanatorio (más que largos, muy largos esos días) y sus noches, disfrazadas éstas de interminables, hacen que mi arrítmico corazón, llevado quizás por la arbitrariedad de sus descompasadas sístoles y diástoles, dé en recordar las padecidas enfermedades infantiles", empezaba aquel artículo, que salió publicado el 13 de octubre en La Capital y volvió en forma de libro en las páginas de "Conmovida memoria".
Precisamente esta última publicación fue pensada como una despedida, y así lo dijo Gardelli en su presentación. Quienes siguieron de cerca el proceso de edición de este trabajo recuerdan que el escritor se mantuvo muy vital: estaba entusiasmado, casi exultante con su libro. Y algo curioso: en los últimos días varios recibimos su llamado invitando a un encuentro, a ese café que siempre dejamos pendiente. El que no podrá ser.



Gardelli se despidió con su libro "Conmovida memoria".
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