Año CXXXV
 Nº 49.616
Rosario,
domingo  29 de
septiembre de 2002
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Italia: Entre sermones y muy buen vino
El pueblo de Orvieto, donde predicaba Santo Tomás de Aquino, conserva palacios milenarios

A mitad de camino entre Roma y Florencia, sobre la montaña y amurallada, se encuentra la ciudad de Orvieto. Muchos llegan siguiendo la ruta del buen vino y otros atrapados por la intrigante belleza de ese pueblo etrusco y medieval de atardeceres románticos y noches silenciosas.
Orvieto está en Umbría, en el centro de Italia, y como todos los pueblos de esa región posee iglesias y palacios milenarios y conserva el color ocre de los tiempos que se han ido. Tiene la calidez de los pueblos antiguos y el sabor del vino blanco.
Ese pueblo, en el que se cruzan los ríos Plagia y Chiara, fue el elegido por Santo Tomás de Aquino para sus sermones desde el púlpito de San Giovenale, la iglesia más antigua de Orvieto. Y fue allí donde se refugió el papa Clemente VII en el siglo XVI.
Para albergarlo se construyó el Palazzo dei Papi, que ahora es un museo que exhibe obras artísticas y antigüedades que pertenecieron a la cercana necrópolis etrusca de Volsini.
Fue durante el papado de Clemente VII que se construyó el Pozo de San Patricio, para llevar agua a la ciudad. Un pozo de cincuenta y tres metros de profundidad que es un ejemplo único del perfecto ensamble de la ingeniería y la arquitectura.
Cerca del palacio del papa está el duomo de Orvieto, una catedral de arquitectura gótica-romántica con una imponente fachada de mosaicos y mármol. Se construyó en 1290 para conmemorar el "milagro de Bolsena", ocurrido 27 años antes, cuando gotas de sangre aparecieron en la hostia que un sacerdote iba a consagrar.
En el interior del duomo, cuya construcción finalizó en 1580, hay esculturas y pinturas de artistas medievales. Entre las primeras, muchas son del siglo XVI, y entre los cuadros se destacan los frescos de Luca Signorelli y fray Angelico.
Actualmente viven en Orvieto 10 mil personas. El lugar es famoso por sus vinos blancos, especialmente el tradicional semidulce variedad añeja, y su más reciente versión, el Orvieto clásico seco, verdadero souvenir del lugar.
Un moderno funicular une la estación ferroviaria con el centro de la ciudad, donde comienza el recorrido por las viejas murallas. Pero lo raro es la manera de salir de Orvieto. De pronto, entre las calles empedradas y los ocres del medioevo, aparece un ascensor -lo menos pensado- que lleva a los visitantes hasta una playa de estacionamiento. Allí aguarda un vehículo de última generación que desciende por una rampa en forma de caracol hasta la estación de trenes. Un simbólico viaje desde el pasado hacia la modernidad.

Frescos de Giotto
Los frescos restaurados de Giotto fueron presentados en la Basílica de San Francisco, en la ciudad italiana de Asís, en una ceremonia oficial que marca el quinto aniversario de un sismo que los redujo a escombros.
Los expertos dedicaron los últimos cinco años a juntar las decenas de miles de fragmentos de los frescos del siglo XIII, entre ellos las pinturas de San Jerónimo ubicadas en las bóvedas.
El proyecto de restauración empleó el uso de nuevas técnicas de computadora para recomponer el enorme rompecabezas compuesto por los fragmentos.
Actualmente, los expertos aún están trabajando en la renovación de otra sección de la basílica, en la que había frescos de Cimabue.
Los intensos temblores de 1997 rompieron en numerosos fragmentos un total de 200 metros cuadrados de frescos pintados por Giotto di Bondone (1266-1337) en el siglo XII.



La catedral local ofrece un estilo gótico-romántico.
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