Washington. - El presidente George W. Bush trató ayer de calmar la ira de los demócratas -desatada por sus críticas a la oposición- para lograr el aval del Congreso a sus planes de atacar Irak. Bush fue criticado duramente por el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Tom Daschle, quien lo acusó de politizar el debate en plena campaña para las elecciones parlamentarias de noviembre. Dos de los diarios más importantes de EEUU, The New York Times y The Washington Post, también recibieron ayer al presidente con durísimos editoriales por su instrumentalización del caso Irak en plena campaña electoral. Bush respondió ayer que "el Congreso tendrá un debate importante, un debate consistente, un debate histórico. Se desarrollará muy civilizadamente y de una forma que hará sentir orgullosos a los estadounidenses". Es que pese a esta tormenta política y verbal, los medios de prensa indican que finalmente los demócratas aprobarán el aval para la guerra contra Irak que pide Bush. Los legisladores discuten actualmente una resolución propuesta la semana pasada por la Casa Blanca, que quiere obtener su apoyo para recurrir a la fuerza contra Irak, incluso sin el visto bueno de las Naciones Unidas. Tom Daschle se mostró particularmente ofuscado por las palabras repetidas en varias oportunidades en estos últimos días por Bush, según las cuales el Senado estaba "más preocupado por los intereses particulares y menos por la seguridad del pueblo estadounidense". El líder de la mayoría demócrata senatorial, conocido por su mesura, explotó: "Esto es inaudito y escandaloso", bramó, y exigió disculpas del presidente. Bush no fue tan lejos, pero claramente dio marcha atrás. "Hemos progresado, estamos cerca de un acuerdo y pronto hablaremos con una sola voz", afirmó el presidente estadounidense tras reunirse en la Casa Blanca con representantes demócratas y republicanos. Críticas de la prensa. Asimismo, dos de los más influyentes diarios estadounidenses, The Washington Post y The New York Times, publicaron ayer editoriales particularmente críticos. "La cínica e irresponsable manipulación del tema iraquí por el presidente amenaza con devaluar su credibilidad", opinó el editorialista de The Washington Post. El editorial de The New York Times se mostró igualmente agresivo y afirmó que "la administración Bush debe reconocer las legítimas preocupaciones de los legisladores que no quieren entregar un cheque en blanco para desencadenar la guerra sin tomar previamente medidas para evitar el conflicto". Durante semanas, los líderes demócratas evitaron la crítica a los planes de Bush sobre Irak e intentaron dar rápidamente luz verde al mandatario para iniciar una guerra y poder dedicarse así en la campaña para las elecciones de noviembre a otros temas, como la crisis económica. Bases disconformes. Pero la política de apoyo de la cúpula demócrata al gobierno de Bush comenzó, según el Washington Post, a frustrar a las bases partidarias. Y a comienzos de semana, el antiguo oponente de Bush, el ex vicepresidente Al Gore, rompió el frente de unidad y criticó fuertemente la nueva doctrina del "ataque preventivo" unilateral impulsada por Bush. Gore acusó al presidente de poner en peligro con un ataque unilateral contra Irak no sólo la coalición internacional construida contra el terrorismo formada tras los ataques del 11 de septiembre, sino también el orden jurídico internacional. Gore se despidió formalmente de la política tras su derrota ante Bush en el 2000, pero tal vez en diciembre se decida a asumir una nueva candidatura a la presidencia. Dos días después de sus declaraciones llegó el arrebato de Daschle, considerado otro posible candidato demócrata. El senador y otros líderes demócratas ya habían visto antes con preocupación que los republicanos, con la cuestión de Irak, dominaban el debate político a pocas semanas de las elecciones. . (AFP y DPA)
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