Año CXXXV
 Nº 49.610
Rosario,
lunes  23 de
septiembre de 2002
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Editorial
Las heces de las mascotas

Pese a los distintos proyectos que han surgido durante los últimos años y a la opinión generalizada de que el problema debe ser resuelto, perros y gatos siguen siendo un factor contaminante en las calles de la ciudad. Sus dueños los pasean por lugares públicos que se convierten en depósitos para las heces de los animales. La gente camina por allí, las pisa y las traslada por todas partes, incluso a sus propias casas, como también a hospitales, escuelas y lugares de trabajo.
Una regla elemental de convivencia ciudadana exige que las autoridades municipales tomen de una vez por todas este problema y acierten en encontrar alguna solución. No se está reclamando desde esta columna acciones punitivas contra los dueños de los animales porque el tema sólo será resuelto a través del consenso.
En el Concejo Municipal deberían estudiar a fondo esta problemática y consultar a especialistas de higiene urbana para lograr un adecuado asesoramiento. También podría considerarse cómo otras ciudades del país o del exterior abordan la cuestión.
Pero mientras se encuentran distintas alternativas para evitar que toda la ciudad se convierta en receptor de los excrementos de las mascotas, se debería iniciar una campaña de esclarecimiento orientada hacia los dueños de los animales, que no sólo son los victimarios sino también potenciales víctimas. Decimos que son víctimas de la creciente contaminación porque de alguna manera u otra también la padecen. Es como escupir para arriba.
Palas para recoger las heces, lugares especialmente habilitados en los espacios públicos para ese fin, bolsas y guantes para ser utilizados por los dueños de los animales son sólo algunos de los modelos más conocidos para terminar con esta problemática que, tal vez por ser considerada como de menor importancia, nunca pudo ser abordada con la seriedad necesaria.
Las autoridades y los ediles de la ciudad deben comprender que no se trata de un tema irrelevante. Por el contrario, hace a la calidad de vida de todos los rosarinos, dueños de mascotas incluidos.


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