Los representantes de la Pastoral Penitenciaria consideran que trabajan sobre las consecuencias de una sociedad a la que califican de "enferma" y se inquietan ante las medidas de endurecimiento de penas que parte de la sociedad plantea como respuesta al aumento de la inseguridad y la violencia. "Con educación y trabajo podrían hacer más que con más cárceles", sostienen desde su práctica evangelizadora, una tarea que mixturan con charlas y trámites relacionados a las causas. Su participación en la vida carcelaria hizo que las autoridades policiales o penitenciarias soliciten su presencia como mediadores en los conflictos. Mantienen un criterio de "no enfrentamiento" con las autoridades, aunque aseguran que esa decisión no les impide plantear los problemas que enfrentan los privados de libertad. Al frente de la Pastoral, que depende del arzobispado y tiene un representante nacional en la Conferencia Episcopal, se encuentra desde hace un año el padre Fernando Lardizábal. Junto a él trabajan la hermana Carmen, con larga experiencia en tareas carcelarias en distintos puntos del país, y un grupo de laicos que tienen a su cargo visitas semanales a cárceles y comisarías, unos 25 centros de la ciudad en total. Los religiosos remarcan que mantienen una política de no enfrentamiento con las autoridades -a quienes incluyen en su propósito evangelizador-, porque en caso contrario sólo lograrían que se les cierren las puertas de los penales. Pero sostienen que a las críticas y los reclamos los realizan "fuera del plano público o mediático". Esa misma actitud aparece valorada por parte de las autoridades, que los convocan como mediadores en los conflictos con los internos. Los integrantes de la Pastoral destacan que aún a pesar de las condiciones en las que viven los detenidos, sobre todo en las comisarías, siempre son recibidos con afecto y alegría. Apuntan la situación de las seccionales porque los internos padecen una realidad de hacinamiento y precariedad que en algunos casos hacen que deban turnarse para dormir. En las cárceles, los problemas de espacio están más resueltos, excepto en Coronda, donde los internos rosarinos enfrentan la distancia que los separa de sus familias y los riesgos de conflictos más violentos. "Aún encerrados, sin ver la luz del sol durante años, y con las 24 horas del día por delante sin tener nada para hacer ni con qué entretenerse algunos conservan las ganas de cambiar su realidad", remarca la hermana Carmen. Ese es el trabajo que se proponen, que los internos puedan pensar que es posible cambiar de vida a pesar de que no cuenten con una realidad externa que colabore con ese propósito. Con quince años de trabajo en penales, la hermana Carmen vio transformarse a niños en adultos en un continuo tránsito de penal en penal, encontró detenidos a los ladrones que le habían robado días antes, pero también vio como algunos ex detenidos lograron un trabajo honesto a pesar de haber cumplido sus condenas inmersos en dudas sobre la posibilidad de un futuro libre de rejas. "Es que a veces salen y no les queda otra", explican. Carlos, que trabaja en la Pastoral desde hace poco más de un año, encontró en los penales a todo tipo de personas. "Hay quienes solo aprendieron a vivir robando y otras personas que cometieron delitos por cinco minutos de locura", sostiene. Aunque la intimidad de los detenidos es respetada con especial cuidado, los miembros de la Pastoral también escuchan sus historias. Para los miembros de la Pastoral, los lazos entre la gente son esenciales para evitar los delitos y la reincidencia. Creen que tanto los gobernantes como la sociedad tienen responsabilidades que asumir. Carlos cuenta que muchas de las personas que visita en los penales cometieron delitos por cubrir las necesidades primarias de su familia ante la falta de trabajo. Y otras volvieron a delinquir al no encontrar trabajo por su paso por la cárcel. "No pueden encontrar otras salidas si todos le cierran las puertas", plantea aún sabiendo que los cambios no siempre son sencillos. "También dependen de la voluntad y la fuerza de cada uno", dice.
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