Santa Fe. - La Iglesia Católica santafesina recibió ayer el signo más palpable de que su pastor, monseñor Edgardo Gabriel Storni, no retornará a la capital provincial al menos hasta octubre próximo: la suspensión de las ordenaciones de ocho sacerdotes y cuatro diáconos que estaban programadas para el 28 y 30 del corriente, fechas que fueron levantadas por una comunicación directa desde el Vaticano y sin que se hubiesen programado, aún para otro momento.
Esa suspensión sin límite fue directamente interpretada como una complicación de la situación del obispo, quien aún permanece en Roma, dado que sólo él puede efectuar las ordenaciones programadas por el seminario capitalino. "Si éstas fueron suspendidas sólo quiere decir una cosa y esa es que no habrá obispo o que Storni no estará para realizar las consagraciones al menos en las fechas que estaban previstas", dijo ayer una fuente a La Capital.
No se trata de un dato menor habida cuenta que, además, la Iglesia Católica santafesina tiene en marcha jornadas regulares de oración y promoción de las vocaciones religiosas, entre ellas la de los seminaristas que como en este caso están en condiciones de ordenarse.
A su vez, quien determina de modo casi personal y como sistema de evaluación final quiénes serán los seminaristas que han alcanzado el grado óptimo para consagrarse como sacerdotes es el propio arzobispo. Esto demuestra que, habiendo fijado Storni antes de partir a Roma la ordenación de los ocho seminaristas a quienes consideró en condiciones de convertirse en sacerdotes y de los cuatro diáconos, tenía pensado regresar antes de lo que, parece ahora, le será posible si finalmente retorna. Al menos, a la conducción de la Iglesia santafesina.
Conforme los planes originales que fueron confirmados a La Capital la visita "ad límina apostolorum" que, junto a sus pares argentinos, debía llevar al prelado santafesino a ofrecer un resumen de lo actuado en el distrito eclesiástico bajo su gobierno, terminaría a tiempo como para que el regreso a Santa Fe se hubiera estimado no más allá del 23 o 24 de septiembre. Es decir, con suficiente margen como para ultimar los detalles de la ceremonia.
Eso ahora quedó, por lo que se sabe, suspendido. Las versiones que, de todos modos, no están oficialmente confirmadas hablan de que difícilmente los nuevos egresados del seminario de Santa Fe reciban el mandato divino, a cuya búsqueda los movió su vocación, de manos de Storni. Una idea que parece afianzarse con el correr de los días y que la suspensión de la ceremonia no hace sino fortalecer. Pero, sobre todo, porque no ha salido voz alguna ni de la curia local, el Episcopado nacional o la nunciatura apostólica que asegure que Storni volverá como en 1994; como si nada hubiera pasado.
¿Hora de definiciones?
Con el caso Storni en plena evolución, las definiciones de las que se habla desde el interior de la Iglesia santafesina apuntan en dos sentidos que, al menos desde lo que se advierte afuera, podrían importar conclusiones en sí mismas. La primera de ellas es el extendido convencimiento (del que ya se hizo eco en primicia este diario oportunamente) de que monseñor Storni no retornaría a Santa Fe o en todo caso no lo haría en calidad de supremo pastor. Dan por hecho que por estas horas en Roma se estudia el mecanismo que permita despojarlo del título pero, presumiblemente, disimulando el escarmiento que implicaría la medida.
En consonancia con esto último, en otro sentido se opina, se espera y, sobre todo, se afirma en el seno de la Iglesia santafesina que en no más de una quincena se conocería el nombre de un reemplazante provisorio de Storni.