Año CXXXV
 Nº 49.598
Rosario,
miércoles  11 de
septiembre de 2002
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Un día para recordar y olvidar

Giles Hewitt

Nueva York. - Cuando Nueva York quede en silencio hoy en la mañana, Mick Cowan -residente de Manhattan- estará camino a la montaña. "No soporto la idea de estar en la ciudad ese día", comentó Cowan, un diseñador gráfico que prefiere marchar al cercano parque de Catskill. Cowan es uno de los muchos neoyorquinos que se sienten íntimamente confundidos por el aniversario y dudan acerca de lo que sentirán en esa jornada que se prevé cargada de emoción.
Pregunte a una docena de personas sobre cómo planean recordar aquellos devastadores ataques y seguramente recogerá una docena de respuestas diferentes. Los esfuerzos oficiales por encontrar un equilibrio entre la necesidad de evocar y la de preservar la cotidianeidad, significa que los neoyorquinos podrán optar entre sesiones solemnes de plegarias y asientos en el musical "Hairspray", el actual éxito de taquilla en Broadway.
Muchos participarán de los eventos organizados en toda la ciudad para recordar el dolor provocado por el derrumbre de las Torres Gemelas del World Trade Center. Otros se reunirán con familiares y amigos y otros dirán que prefieren estar a solas o incluso, como Cowan, evitarán estar en la ciudad. Millones de personas irán a trabajar luego de que se rechazó la propuesta de declarar feriado el 11 de septiembre.
"No es un acontecimiento que quisiera recordar viendo gente en las playas", comentó el alcalde Michael Bloomberg, sucesor de Rudolph Giuliani el jefe de gobierno neoyorquino el día de los atentados.
Marie Barbasa -de 80 años- quien perdió a su hija y a su hermana en las Torres Gemelas, asistirá a las ceremonias en el lugar del ataque, en donde se leerán los nombres de las 2.801 personas que allí perecieron. "La lectura de los nombres será hermosa. La gente debería ver eso y darse cuenta de lo que nos provocó. Es algo que nadie debería olvidar", comentó Barbasa.
Olvidar, sin embargo, es lo que mucha gente quiere hacer. Aunque profundamente doloridos por la tragedia de hace un año, temen el aniversario y el bombardeo de los medios de comunicación. "De lo último que quiero estar cerca es del televisor", aseguró Ciara Linnane, una periodista que escapó de una de las Torres Gemelas. "Me voy a ir a un gimnasio. Intentaré relajarme", añadió.
Otro ejemplo es el enfermero Wade Binder, quien no tiene decidido qué hará. "Realmente siento que debo hacer algo, casi para no parecer irrespetuoso. Pero no escuché ni vi nada que me moviera a participar. Esperaré y veré qué me depara el día", afirmó.
Sean Grissom, quien desde hace 17 años toca el chelo en el subterráneo de Nueva York, pensó en tocar como siempre, pero luego cambió de idea. "Una semana después de los atentados volví a tocar y doné el dinero a los bomberos. Pensaba hacer lo mismo esta vez, pero resolví ir a tocar a un acto que se realizará en la escuela de mi hija", señaló.
Los pequeños comercios debieron optar entre abrir sus puertas o mantenerlas cerradas al público. "Lo discutimos mucho y finalmente resolvimos trabajar", dijo Amit Chaudhry, a cargo de una tienda de revistas en el barrio de Soho. "Puede parecer extraño, pero coincido con que cerrar la ciudad sería rendirse a los terroristas", afirmó.
Karl Rosenstein, dueño de una galería, planea ver por televisión las ceremonias y pasar el día solo en su casa. "Presenciaré la ceremonia y luego todo será para la televisión. Quiero decir: ¿Cuántas veces puede uno ver a un avión estrellándose contra un edificio?". (AFP)



El primer monumento homenaje a las víctimas se inauguró ayer.
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