PAULO PECORA
Especial / La Capital
Una mujer madura y una actriz segura de lo que hace se esconden detrás del rostro frágil y la mirada aniñada de la ascendente Dolores Fonzi, quien acaba de tener su primer papel protagónico en cine en "Caja negra", ópera prima de Luis Ortega. En el filme, que se estrena mañana en Rosario, Fonzi interpreta a una joven que se desvive por reunir y hacer feliz a su familia.
"Para mí es una película jamás vista", dijo la actriz, todavía sensibilizada por la impresión que le provocó haber experimentado este drama emotivo que la tiene como protagonista y que, tal como ella misma admitió, "precisa que te dejés capturar y atravesar por todo lo que sucede".
"Hay algo superior que condujo todo el proceso de creación y de filmación. Es como si algo hubiese estado funcionando desde antes y nosotros únicamente nos hubiéramos unido a eso para registrarlo y mostrárselo a los demás", señaló la joven.
Fonzi habla mientras le da las últimas pitadas a un cigarrillo -las estrellitas multicolor que lleva prendidas en las solapas de su saco le sientan bien- y se acomoda en una silla detrás de un escritorio repleto de ceniceros, vasos, fotos, afiches y papeles relacionados con el estreno de "Caja negra".
La película de Luis Ortega, uno de los hijos del cantante y político Ramón "Palito" Ortega, ganó el premio especial del jurado en el último Festival de Mar del Plata y participará en la sección Made in Spanish del Festival de San Sebastián a mediados de este mes.
Se trata de un relato sobre la incomunicación y la necesidad de afecto en el que la joven intérprete compartió cartel con Edgardo Couget, un hombre de la calle que encarnó a su padre en la ficción, y Eugenia Bassi, una inmigrante genovesa que tenía 100 años cuando se realizó el rodaje y falleció pocos días después de la filmación.
Lo único que se sabe de ellos es que Couget, un ser huesudo y desgarbado, acaba de salir de la cárcel (nunca se dice por qué estuvo preso, pero tampoco hace falta saberlo), pasa el día durmiendo en un banco de plaza y pidiendo monedas y por la noche vuelve a una casa del Ejército de Salvación donde le dan comida y alojamiento.
Allí lo va a buscar su hija (Fonzi), una joven solitaria que trabaja día y noche planchando ropa en una tintorería y que además de algunas changas, como regar las plantas del vecino, pasa la mayor parte del tiempo con su abuela (Bassi), su única compañía, una anciana con la que comparte cariño y a la que cuida, viste y alimenta.
"En Francia, cuando la película estuvo en el Festival de Cine de Tolouse, dijeron que mi personaje era la verdadera Amélie y en Buenos Aires alguien dijo que era como un E.T. en San Telmo", recordó Fonzi.
Hay algo incierto en Fonzi, algo cambiante, cierta ambigüedad que impide definirla con precisión. Su cuerpo menudo y delgado está siempre acompañado de sonrisas generosas y gestos que la asemejan a una niña, pero posee a la vez una mirada enigmática y un pensamiento imprevisible que la hacen dueña de una seducción particular que más de una vez ha llegado a la pantalla.
Con 24 años recién cumplidos, la actriz trabajó en teatro y televisión -donde debutó a los 17 años en "La nena" y brilló luego en "El sodero de mi vida". En cine fue dirigida por Marcelo Piñeyro en "Plata quemada", Daniel Burman en "Esperando al Mesías", Fito Páez en "Vidas privadas" y Eliseo Subiela en uno de los telefilmes de "Historias de no creer", para Canal (a).
Recientemente fue elegida como actriz protagónica por dos cineastas debutantes como Ortega y Damián Szifrón, el autor de la serie de televisión "Los simuladores", con quien está terminando de filmar la película "El fondo del mar", en la que interpreta a una joven que engaña a su novio (Daniel Hendler) con su analista (Gustavo Garzón).
"Ahora me siento más madura, pero hace dos años tenía mucha menos conciencia, mucha más voluntad y esa convicción juvenil que te hace pensar que sos imparable y te invita a experimentarlo todo", afirmó Fonzi, a quien no le avergüenza admitir que le gusta conversar con los perros y con sus cactus.
"Me entregué por completo a «Caja negra». Sentía como una voluntad y una convicción bajada del cielo. Nos dimos cuenta que sólo debíamos estar ahí presentes, no hacía falta más que eso. La cámara fue un testigo, sin ninguna pretensión de modificar lo que sucedía", dijo la actriz.
Elogiada por la crítica
Según las críticas, la obra alcanza niveles de poesía emocionantes, pero no por una construcción estética de la imagen, que no tiene ni le hace falta, sino por su forma particular de acercarse a la vida y de mostrarla tal como se presenta a cámara, aceptando sus tiempos y su ritmo vital.
"Caja negra" es un filme de pocos recursos, hecho con más voluntad que dinero, grabado en video y con cámara en mano, en escenarios reales, con un estilo que mezcla el documental y la ficción para explorar la intimidad de un trío de seres, que se exhiben con sus angustias y escasas alegrías.
"Creo que la gente se emociona en las proyecciones porque es una película honesta", aseguró Fonzi, y añadió: "Y es tan intensa y honesta que, al mismo tiempo que a muchos los va a matar de emoción, a otros los puede llegar a molestar y seguramente habrá muchos que no la van a soportar".
Para llevar adelante el rodaje, que debía alcanzar grados de intimidad muy altos entre los actores, Ortega optó por un equipo reducido en el que no sólo dirigió sino que se hizo cargo de la cámara y la fotografía, mientras que Leandro Chiappe se encargó del sonido y Mariano Fernández produjo y asistió en la dirección.