Emilio Trono aún espera. Este bebé que ayer cumplió sus primeros 9 meses sigue internado en la sala de terapia intensiva del Hospital Italiano de Buenos Aires, aguardando un órgano que le permita seguir viviendo. El lunes pasado se le practicó un implante pero la cirugía fracasó. Al cierre de esta edición, el paciente continuaba compensado. El paso del tiempo agrava la situación del pequeño. Mario Trono y Noemí Azcona son los papás de Emilio y están encargados de difundir la batalla que está librando su hijo desde la cuna. Al niño se le practicó un trasplante de hígado utilizando la técnica de donante vivo relacionado. Fue su primo hermano de 21 años el que intentó acercar la solución para el chiquito. Debido al bajo peso del paciente, sólo se utilizó uno de los siete segmentos que posee el hígado. Pero como consecuencia del crecimiento y la regeneración del órgano implantado, se produjeron trastornos hemodinámicos en el postoperatorio que condicionaron la insuficiencia del hígado injertado. Según explicaron los médicos del Italiano, parte del órgano implantado aún funciona, pero la cantidad de células viables no son suficientes para garantizar que el hígado cumpla con sus funciones. Por eso, el estado de salud de Emilio es delicado y encabeza la lista de emergencia nacional del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Los padres del bebé agradecieron una y otra vez a los medios de comunicación que difundieron el problema que afronta Emilio. La única intención de esta red solidaria es conseguir el hígado que le permita al pequeño crecer sano. "Es difícil pedirles a las personas que tienen un ser querido con un cuadro de muerte cerebral que piensen en donar un órgano para nuestro hijo", afirmó Mario. Pero el papá -un productor agropecuario de 46 años, oriundo de Venado Tuerto- resaltó que "esa persona a punto de morir, podría seguir viviendo en Emilio". Para los Trono esta es la prueba más difícil de sus vidas. A los 50 días de nacido, a Emilio se le detectó un serio problema biliar que derivó en una cirrosis fulminante y a pesar de los cuidados extremos de su familia, el pequeño debe ser implantado para sobrevivir. La mamá de Emilio tiene 42 años, es nefróloga y acompañó como profesional distintos casos de pacientes a los que se les practicaron trasplantes renales. Pero esta es la intervención más importante de su vida. "No está sufriendo como médica sino como mamá", apuntó Mario.
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