La fábrica de pastas Mil Hojas también tomó el camino cooperativo. Desde hace un año, la firma trabaja bajo este sistema alternativo. "Llegamos a formar la cooperativa por necesidad. Es un cambio grande e implica mucha responsabilidad. Pero tiene sus ventajas: te sentís más libre y, si te equivocás, el único responsable sos vos", explica Omar Cáceres. El hombre (39 años, cuatro hijos), ahora preside la cooperativa. No hizo un máster en Harvard. No terminó ni la secundaria. Pero las decisiones se adoptan sobre la base del "sentido común" y de conocer el paño por trabajar en Mil Hojas desde hace 24 años. "No bajamos la calidad, sino los precios, para poder competir en el mercado", apunta, antes de considerar que es preferible achicar el margen de ganancia y seguir trabajando que pretender obtener un saldo a favor del 40% y tener que cerrar. Si bien los 15 empleados que trabajan en la cooperativa no están ganando sueldos millonarios, están alcanzando el nivel salarial que tenían cuando eran trabajadores de la SRL. Pero hoy tienen algunas ventajas: cuentan con obra social y cumplen con los aportes jubilatorios, cosa que -según cuentan- no ocurría con sus anteriores patrones.
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