El músico paseó su genial impronta musical por la Argentina en las visitas que realizó en 1960, 1978, 1979, 1985 y 1993. De su último paso por el país, a mediados de noviembre de 1993 por el porteño teatro Opera y la sala rosarina El Círculo, se evoca la magistral clase práctica del blues y el jazz de Nueva Orleans de los años •30 y •40 que ofreció entonces. En esas veladas (dos en Buenos Aires y una en la sala santafesina), el genial vibrafonista estuvo acompañado por una banda de diez músicos y, además de lucirse al mando del instrumento que lo consagró, también exhibió sus dotes en la batería y en el piano. Ataviado con traje negro, chaleco turquesa y moño rojo, el artista demostró entonces, con sus vitales 80 y pico, que el tener la edad del jazz le permitía, con pocas y exactas notas, transmitir la alegría y la espontaneidad de un género signado por la libertad expresiva. Antes de esas tres últimas actuaciones ante el público argentino, el músico señaló con simpleza en una conferencia de prensa, que "sigo sintiendo la música como la he sentido toda la vida. No importa la edad que se tenga porque el sentimiento hacia la música puede despertarse a los 4, a los 10, a los 15 o a los 80 años", señaló en un tramo de la distendida charla que precedió a su más reciente visita al sur de América. (Télam)
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