Con el aliciente de mejores precios internacionales, la campaña gruesa comienza a tomar ritmo. Se mueve el mercado de alquileres, las fábricas de maquinaria agrícola están trabajando a full, hay inversores extra sector que están inyectando capital al negocio agropecuario y, de a poco, comienza a restablecerse la provisión de insumos. Este marco, muy distinto al que se visualizaba hace tres o cuatro meses atrás, es el escenario en el cual lentamente comienzan a reconstituirse las relaciones dentro de la cadena agrícola, luego de seis meses de alta conflictividad. El campo comienza a ver un horizonte y la necesidad de no quedarse atrás contribuye a amortiguar las diferencias del pasado. "Hoy el campo es el único negocio que tiene alguna perspectiva de funcionar, estamos en una isla dentro de la Argentina y hasta ahora lo que ha pasado es que nos dedicamos a mostrar nuestras debilidades y miserias". Así de crudo fue el productor Pablo Spelanzón durante el panel sobre el impacto de la crisis en cadena agroalimentaria que se desarrolló en el último congreso de Aapresid. Compartió la mesa con Carlos Salvador, presidente de la Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (Acta) y con el presidente de Cargill Argentina, Héctor Marsilli. En un ámbito que reúne a los productores más conciliadores con las empresas de insumos y exportadores, no faltaron los chisporroteos. Spelanzón es uno de los productores que, durante el conflicto por la pesificación o dolarización de las deudas de la campaña pasada, consideró justo pagar en forma cerealizada. "Respeté los contratos, cerealicé las deudas, cumplí mis compromisos y negocié lo negociable", empezó y finalizó: "Así como cumplí también tengo que decirle a los exportadores que no me gusta el 90/10 y a los proveedores les reclamo que cumplan con su parte y vuelvan a financiar". El productor también instó a que "no pase lo mismo de siempre y que no se beneficie el que paga último, si yo arreglé en mayo espero que me consideren un mejor cliente que el que esperó hasta último momento". Salvador se quejó porque "la crisis rompió el círculo virtuoso entre productores y proveedores" con una conflictividad que "ni siquiera se alcanzó durante la híper". El empresario recordó que desde el cambio de modelo económico encontró a muchas empresas "con el financiamiento de más de dos campañas en el campo, y eso se notó en una caída del 71% en la importación de agroquímicos y del 71% en la de fertilizantes". Se lamentó porque en los últimos años las firmas del sector se expusieron cubriendo el rol de los bancos y lo pagaron caro luego de la crisis de diciembre. Por eso, anticipó que en esta campaña "la principal limitante será el financiamiento". Acosado por un auditorio que se quejaba de tener que pagar los insumos por anticipado, el presidente de Acta explicó que la disponibilidad de capital restringe la posibilidad de financiar de las empresas y anticipó que en esta campaña "pasarán a tener importancia herramientas como la de los contratos de producción entre proveedores y productores y los fideicomisos" lo que a su vez "va a llevar a una mayor concentración". Héctor Marsilli, de Cargill, fue el representante de los exportadores en la mesa de discusión. A su juicio, la situación actual de los negocios en la cadena agropecuaria es "como la situación de una pareja que se engañó, de ahora en más deberá aprender a vivir con eso". El directivo instó a restablecer los vínculos comerciales y mejorar el poder de lobby del sector agropecuario "que es atacado desde otros sectores de la sociedad, que nos señalan como privilegiados, mientras nosotros en este tiempo no hicimos más que pelearnos a través de los medios". Advirtió que "existe el riesgo de que frente a una percepción equivocada haya grupos que se quieran abalanzar sobre la renta del sector, por lo cual tenemos que esforzarnos en comunicar que el campo será la locomotora del desarrollo de este país y que si nos dejan trabajar será un buen negocio para todos". Y, en ese sentido, disparó: "Para que el lobby sea legítimo debe haber un compromiso muy fuerte para frenar la evasión en el agro, que muchos dicen que llega al 25%". Para Marsilli "si existe un acuerdo primario de toda la cadena para preservar el comercio legal, si todos pagamos IVA y ganancias, podremos pedir la eliminación de las retenciones sin que ningún funcionario nos tape la boca porque no pagamos impuestos". El titular de Cargill también pasó sus facturas. Defendió el diferimiento de pago del 10% del IVA a los productores con el argumento de que "el sector exportador no pasó al resto el default del factor de convergencia, Cargill tenía en enero el 60% del IVA por cobrar al Estado, y no muchos están en esa situación de riesgo". El titular de la empresa exportadora, que también es proveedora de insumos, se quejó por el laudo oficial que saldó la discusión por las deudas de campañas anteriores porque "como exportadora nosotros pagamos rigurosamente al productor los 550 millones de dólares que habíamos pactado por la compra de sus granos pero de los 150 millones que teníamos por cobrar en insumos, cobramos la mitad". Los representantes de la producción, las compañías proveedoras y los exportadores, coincidieron en señalar que la campaña 2002/2003 "está jugada", que el financiamiento será escaso y que, más allá de la cifra final de producción, se verá una caída en la inversión tecnológica. Pero al mismo tiempo consideraron que es posible llegar a 100 millones de toneladas en los próximos años.
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