Fernando Gabrich / Ovación
Oscar Passet llegó a Newell's en silencio y con poco más de un año de inactividad oficial. "Viene para atajar", dijo Julio Zamora en su momento. Y la palabra se cumplió. Por cuestiones legales (ya había cerrado el libro de pases cuando se incorporó) el experimentado arquero debió pasar tres cuartas partes del Clausura 2002 entrenando junto al plantel pero sin jugar. Pero esa preparación le vino muy bien. Logró acondicionar su físico a las exigencias del mercado y sepultó las dudas que el paso del tiempo generaban sobre su rendimiento. Así el Flaco, con sus 36 años, se transformó en una de las herramientas más importantes en el esquema defensivo que el equipo del Parque presenta en el actual Apertura. Y mucho más de cara al partido más trascendente para la ciudad, ese que deja secuelas por exceso o por defecto, según sea el resultado final del clásico. Passet transmite ante todo serenidad. Habla, ordena a una defensa de por sí equilibrada, y emite una sensación de seguridad entre sus compañeros. El debut en su vuelta al fútbol fue nada menos que ante River en el Monumental. Y sacó un aprobado con creces, ya que se destacó con un par de atajadas importantes y logró mantener su valla invicta ante el último campeón. Después se ganó los aplausos en el Coloso cuando por la segunda fecha ante Huracán le contuvo un penal a Morquio. Esa noche Newell's terminó ganando 1 a 0 sobre el final y parte de esa victoria se la debió a su arquero. La única falla que mostró en las cinco fechas que lleva el torneo la pagó caro. Fue el sábado ante Independiente. Passet venía teniendo una noche correcta, con varios aciertos que le permitían a Newell's mantener el 1 a 0 a su favor. Hasta que a los 9 minutos del complemento se equivocó en un córner (la pelota se le escapó cuando la quiso retener en vez de sacarla con los puños y Federico Domínguez la mandó a la red) y le dio el gol del empate a Independiente. Profesión ingrata la del arquero, ya que después el Flaco terminó sacando un bombazo de Serrizuela -la pelota dio en el poste tras el rechazo del arquero- que hubiera significado el 2 a 1 para el local. Pero a la hora de los recuerdos la imagen que queda archivada es la del gol. Más allá de ese hecho puntual y justo antes de un partido de sumo riesgo, lo de Passet hasta el momento fue bueno. Sus reflejos parecen intactos, la cuestión física también -aunque se debe hacer la salvedad de que ante Talleres sufrió una molestia en los aductores que casi lo obliga a dejar el campo de juego pero ya está recuperado-, y lo más importante es que sabe utilizar la experiencia acumulada. No pega gritos chilavertianos pero ordena a partir del diálogo en momentos donde las pulsaciones llegan a mil. El domingo será su primer clásico rosarino. Quizás también sea su prueba más exigente por todo lo que significa ese partido. Seguramente sabrá cómo manejar el entorno, ya que su dilatada carrera lo puso ante exámenes similares. El Flaco logró ganarse la confianza de la gente y de sus compañeros en lo que va del torneo. Se viene Central en el Coloso y llega con puntos positivos a favor. De él depende ratificarlos.
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