Walter Palena / La Capital
Jorge Asís es implacable cuando está encendido. Sus definiciones, punzantes y sardónicas, llevan el copyright de un hombre encantado con su perfil provocador. Su voz engolada se filtra entre citas literarias y tangueras para describir a los políticos que respeta o desprecia. "Zamora me produce más gracia que el propio Jacobo Winograd", "A Lole la historia le golpea la puerta y él no la atiende porque se está afeitando", son algunas de las tantas frases que soltó en una extensa charla con La Capital. Ex embajador en Portugal y en la Unesco durante el gobierno de Carlos Menem, Asís ahora se entretiene polemizando con Gerardo Sofovich desde la televisión, y mirá la interna peronista como quien otea un pantanal evitando colocarse en el medio de las innumerables disputas. -¿Cree que finalmente habrá internas abiertas? -Hoy estamos en una interna de reglamentos y abogados. Se está en un escenario donde todos, aparentemente, están haciendo tiempo. En lo personal, no veo a nadie con vocación por tener elecciones en lo inmediato. Me parece, y esto es más intuición que rigor informativo, que finalmente Duhalde se va a quedar hasta diciembre de 2003. -¿La ley de lemas podría sortear este obstáculo? -No, eso es una dispersión y una manera de trasladar a la sociedad los conflictos internos del PJ. Pero me parece injusto señalar al peronismo como el principal responsable de esta encerrona, porque la oposición, sobre todo la izquierda, armó un bloque que quiere militar por la abstención. Esa es una ingenuidad, consecuencia de la ineptitud para conformar una estructura nacional que tienen los dirigentes televisivos. -¿Se refiere a Carrió y Zamora? -Exacto. El plan que han armado es funcional al gobierno, que quiere quedarse. Pero yo no quiero demonizarlo a Duhalde, porque noto tan poca vocación por el poder que valoro el arrojo de aquel que quiere estar sentado. -¿Rodríguez Saá no tiene vocación de poder? -Tiene un proyecto, pero cuanto más crece es menos serio. -Pero es el que está sacando el provecho del enfrentamiento entre Menem y Duhalde. -Es verdad, la está balconeando y hoy es el que con mayor inteligencia explota políticamente el hartazgo que produce en el peronismo esa confrontación. El que está en un verdadero laberinto es De la Sota. -¿Piensa que se va a bajar si ve que no crece? -No lo sé. De todos los que están en danza, De la Sota es el mejor cuadro. Yo tengo una simpatía política y generacional con él, pero creo que equivoca su discurso y estrategia. Lo veo demasiado perfectito, como un candidato para 1983, no para esta realidad. -¿El gobierno le retiró el apoyo o él es quien se quiere despegar? -No crece porque no lo apoyan, y no lo apoyan porque no crece. Esto tiene que ver con el estado de shopping en que están muchos caudillos y punteros de la provincia de Buenos Aires, y del resto del país también. Todos están mirando el escenario, porque la verdad es que en esta campaña se disputan cumbres ilusorias. -¿Hay un paralelismo entre la campaña de Rodríguez Saá y la que hizo Menem en el 88? -Rodríguez Saá tiene hoy el estado de gracia que tenía Menem en el 88. Creo que participa también de una impunidad discursiva, donde ya no se le exige rigor. Me dicen que Carrió habla de Rodríguez Saá como una especie de heredero cultural del menemismo. Posiblemente sea así, pero me parece que hay grandes diferencias en los dos estilos. Menem tenía una concepción mucho más movimientista. -Pero se muestra con Rico, Castells, Moyano y el padre Farinello. -Sí, pero me da la impresión que está juntando figuritas y esqueletos, mas que aparatos. -Cuando lo acompañó en la fórmula en el 99, dijo que las causas que distinguen a los hombres son las causas perdidas. ¿Sigue pensando lo mismo? -Rodríguez Saá es lo único que verdaderamente crece y esto es un problema para Menem. Muchos tendrían que recordar esa sentencia del Viejo Vizcacha: "Cuando veas a otro ganar, a estorbarlo no te metas". Y yo no quiero estorbar a ese que estoy viendo ganar hoy. Creo que él utilizó muy bien esa breve semana en el poder para que cada uno de esos días fueran su campaña electoral de la actualidad. -Usted dijo que esa semana merecería ser trasladada a una novela... -En esos siete días confluye la historia argentina. Se puede hacer un ensayo sobre la racionalidad o irracionalidad de segmentos de la sociedad que me parece clarificante e ilustrativo, porque configura todas nuestras contradicciones. Fue una semana de catarsis nacional estremecedora y casi todos creían estar en el paraíso. -¿En el otro extremo se ubica Carrió con su visión apocalíptica? -Carrió amenaza con huracanes y con todo un lenguaje esotérico bastante común, pero con una religiosidad que está más cercana a la revista Criterio de los años 30 que a Camilo Torres o al propio padre Farinello. -Ahora parece que se unió con Zamora. -Esa es otra contradicción, porque su discurso socialdemócrata tiene muy poco que ver con Zamora y sus ingenuidades demenciales. Zamora es un hombre que me produce más gracia que Jacobo Winograd. Uno lo escucha decir con seriedad que el comisario de la seccional tiene que ser elegido por una asamblea popular, ¡y eso se lo dice a colegas periodistas que lo escuchan con atención! -¿Le cree a Reutemann cuando dijo que no quería estar en medio de Menem y Duhalde? -En política, cuando uno tiene que explicar mucho, pierde. Esta sociedad no perdona a aquel que arruga. Fue una lástima porque era el hombre indicado y tenía el apoyo de la sociedad, que lo veía como el hombre que estaba condecorado por la historia. Y la historia le golpeó la puerta de su casa, pero no la atendió porque se estaba afeitando. -Pero la campaña sucia que él dijo ver se está dando... -Mire, no hay ningún motivo que pueda justificar su negativa, salvo que haya considerado no estar a la altura de ese desafío histórico. Esto es como el tango "Sueño de barrilete": "No sé si fue que me falló la fe, la voluntad o acaso fue que me faltó piolín". A lo mejor le faltó piolín, y no interprete esto como una chicana, eh.
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