Año CXXXV
 Nº 49.581
Rosario,
domingo  25 de
agosto de 2002
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La cantante francesa presenta su álbum "Etterna" en la Argentina
Emma Shapplin: "Busco mi propia forma de expresión"
La vocalista admitió que combinó la música clásica con el pop para saciar sus necesidades artísticas

La cantante francesa Emma Shapplin llegó a la Argentina para presentar los temas de su reciente álbum "Etterna" en un recital en el porteño espacio cultural El Ateneo. La artista combina en su repertorio elementos de la música culta que son vestidos con sonidos contemporáneos del pop y la electrónica.
"Etterna", CD de reciente aparición en la Argentina, fue grabado en estudios de Londres, Los Angeles y París, y lo componen temas que Shapplin decidió escribir y cantar en italiano, pero en el antiguo formato poético del siglo XIV, tal como lo hacían Dante y Boccaccio.
"Yo quería lograr algo que fuera atemporal con el disco, como un sueño. Si lo hubiera hecho basado en el idioma actual, habría sido como romper el hechizo", explicó la intérprete a poco de arribar al país.
"Sí en algún momento -definió- mencioné que mi primer CD se caracterizó por incluir elementos de tierra y fuego, a «Etterna» lo siento como una combinación del aire y el agua como elementos".
Shapplin aseguró que "las texturas de la música del disco son suaves y delicadas, frágiles, pero al mismo tiempo es oscuro y lujurioso, como una esencia fuerte", y sentenció: "Todo en la vida es una cuestión de equilibrio, por eso este disco es naturalmente balanceado".
"Estoy muy en contra de los encasillamientos musicales y por lo tanto no me siento una diva de la ópera ni una estrella pop; sólo hago música sin encasillamiento", advirtió Shapplin, parisina de 28 años de edad.
La joven artista confesó que la pasión por la música se encendió en ella recién a los 11 años, cuando escuchó "Reina de la noche", de la ópera "La flauta mágica", de Wolfgang Amadeus Mozart.
Poco después de cumplir los 14 años, Shapplin logró que una profesora de piano la ayudara a definir su estilo: "Empecé cantando sobre grandes composiciones, después de leer las letras en italiano, idioma que en ese momento se me hacía misterioso y, por sobre todo, romántico".
"No conté con el apoyo de mis padres (policía él y secretaria ella) porque ellos deseaban otra carrera para mí -recordó-. Hoy entiendo que querían que me concentrara en los estudios, pero para mí, cantar era una manera de afirmar que estaba viva".
Siempre respecto de sus comienzos, Emma citó su paso por una banda de heavy metal que en su momento estaba buscando un vocalista varón. "Pero parece que les gustaban mis gritos y me incorporaron por dos años -dijo-, durante los cuales dejé de lado la ópera".
Fueron tiempos en que Emma Shapplin llegó a fumar dos atados diarios de cigarrillos para darle a su voz una inflexión más cruda y rockera, práctica que hoy recuerda como una total irresponsabilidad.
La primera ópera que presenció la intérprete fue "Don Giovanni", de Mozart, en un teatro de París, a partir de lo cual se inscribió nuevamente en una escuela de música, y luego de estar radicada un tiempo en Nueva York, donde cantó rhythm & blues, regresó a París.
"Sabía que no quería cantar ópera especialmente después que un profesor me acusó de modernizar la interpretación de un aria -reveló-, lo que me hizo pensar que debía buscar mis propias maneras de expresión, usando mi voz para inventar algo distinto".
"El sentido de combinar lo culto con el pop -contó- surgió de un encuentro con el compositor francés Jean Patrick Capdvielle, a quien le pedí que escribiera para mí un disco que con el correr de los meses se convirtió, en 1997, en mi primer álbum, «Carmine Meo»".



La artista logra una extraña fusión de música culta y pop.
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