Desde la finalización del mercado climático americano de la campaña anterior, las cotizaciones internacionales no frenaron su caída sino hasta la aparición de los primeros problemas climáticos en la siembra del actual ciclo de ese mismo país, perdiendo más de 30 dólares en el proceso. Desde el ciclo 95/96, los stocks americanos no dejaron de incrementarse sino al final del ciclo 01/02.
En la campaña que se inicia, las condiciones de oferta y demanda en EEUU, a pesar de un aumento de área del 4%, mostrarán una caída del stock final por segundo año consecutivo. Debido a los problemas climáticos, en agosto la caída de stocks se profundizaba mostrando una disminución del 47%. La relación stock/consumo cayó a 8%, la más baja desde la campaña 95/96.
La oferta y demanda mundial, partiendo de la base que EEUU aporta el 38,4% de la misma, también es muy ajustada. Con un stock final de 91 millones de toneladas, la relación stock/uso expresada en días es la peor desde la campaña 86/87 y muestra una capacidad de abastecimiento para 54 días de consumo. Esta coyuntura, similar al ciclo 96/97 en lo que respecta a EEUU, puede ser más compleja en el plano internacional ya que está acompañada por una situación mundial mucho más ajustada ya que la relación stock/uso del mundo para aquel ciclo era de 26% y en la actualidad es de 15%. De hecho, desde mediados de junio, las cotizaciones comenzaron a mostrar su inquietud sobre las condiciones de temperatura y humedad que afectan al cultivo de maíz americano. Los precios promedios semanales muestran una formación triangular que habilita el desarrollo de un ciclo alcista con un "potencial" de suba, como primer objetivo, de mediano plazo hasta los 2,85 u$s/bushel (110 u$s/tn).
En el corto plazo las lluvias del fin de semana podrían descomprimir la evolución de los precios hasta valores alrededor de los 98 dólares y luego tomar una onda alcista.
Perspectivas locales
En Argentina, más allá de las pocas o muchas expectativas ofrecidas por el mercado internacional, las proyecciones de producción vuelven a enfrentar importantes disminuciones. El Usda proyecta una producción de 11 millones de toneladas. Aunque lejos de una definición, el área sembrada mostraría una caída aproximada del 21%.
Esto retrotrae la producción y el comercio a valores similares a los del ciclo 94/95, incrementando la incredulidad del mundo sobre nuestra capacidad de abastecimiento, tanto en cantidad como en calidad.
Sin embargo, más allá de lo que significa desatender a un cliente, esta no es una situación común, ya que se deberían haber aprovechado los problemas mundiales de abastecimiento para consolidar la posición de segundo exportador mundial de calidad superior de maíz (lugar hoy perdido en manos de China), preparando el terreno para una nueva y verdadera etapa de crecimiento del sector agropecuario basada en la expansión de la rotación maíz-trigo/soja y la ganadería intensiva, en lugar del actual proceso de sojificación y desintensificación ganadera.
Los factores que explican esta situación son varios. Como en años anteriores, los resultados económicos favorecen a la soja (que mostró una importante recuperación de precios en Chicago). Los márgenes brutos del maíz de un nivel tecnológico medio son un 17% inferior a los mostrados por la soja.
En otras circunstancias se podría esperar que, a pesar de los resultados adversos, la presión por sembrar maíz tenga más que ver con las rentabilidades de largo plazo que con los resultados de las campañas presentes. Pero con las actuales condiciones de Argentina, hay factores que conspiran contra las posibilidades de siembra de maíz y la sostenibilidad del sistema agrícola.
En primer lugar, el aumento de la capacidad de consumo de los productores (+ 250%) conspira contra lo que Peter Senge llama "tensión creativa" (capacidad innovadora impulsada por la diferencia entre lo que se es y lo que se quiere ser). Segundo, la imposición de retenciones produjo un aumento de los rendimientos de indiferencia de todos los cultivos, siendo más afectados aquellos que mayores niveles de insumos necesitan.
En tercer lugar, la falta de financiamiento implica priorizar el uso de los recursos que en la mayoría de los casos deberán afrontar las deudas de la campaña anterior y los costos de la nueva, siendo el maíz el cultivo que mayores recursos consume. Este cereal tiene un costo de implantación 100% más alto que la soja pero si se desglosa en los distintos rubros en que se compone el costo total, se observa que el desembolso de efectivo que demanda la siembra de maíz supera largamente el 200%, lo que se potencia si se utilizara maquinaria y semilla propia para la siembra de soja.
Estos elementos podrían desestimarse y/o corregirse si el entorno fuera estable y permitiera proyecciones de largo plazo, sin embargo, en una sociedad que no logran definir un grupo de reglas básicas a largo plazo, las condiciones de inseguridad e incertidumbre impulsarán a las personas a resguardar sus recursos excluyéndolos de la interacción social, convirtiendo el estado natural de los sistemas, el flujo, por una condición antinatural como el stock.
(*) Consultora Management and Mercados