Año CXXXV
 Nº 49.576
Rosario,
martes  20 de
agosto de 2002
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La inseguridad azota la zona de Wilde y Mendoza: hubo 3 homicidios en 35 días
Conmoción por el salvaje crimen de una anciana
Tenía 75 años y murió desangrada en la cocina de una cuchillada en el cuello. El agresor entró sin violencia

Paola Irurtia / La Capital

Todas las mañanas Teodomira de la Horra, de 75 años, esperaba a su hermano Eustaquio para desayunar. El hombre llegó a la casa ayer como de costumbre, cerca de las 9, pero encontró un cuadro macabro: la mujer estaba tendida en el suelo de la cocina, a pocos metros de la puerta de entrada, sobre un charco de sangre y con una profunda cuchillada en el cuello. El homicidio había ocurrido poco antes. Su autor entró sin violentar los ingresos de la casa, ubicada en zona oeste, a pocas cuadras de Wilde y Mendoza. Dejó todo revuelto el dormitorio de la mujer, conocida en el barrio por su solidaridad con los vecinos, su trato amable. Y últimamente por la alegría de estar a punto de concretar un viaje a Estados Unidos, para visitar a su hija y su nieta.
Todo indicaba anoche que el homicida entró a robarle, precisamente, el dinero que iba a usar en el viaje. La policía averiguó que la mujer había retirado del banco hace 15 días esa plata. No se estableció la cantidad. Pero sí que la tenía en la vivienda.
Un sentimiento de espanto campeaba ayer en el barrio donde la inseguridad, últimamente, se mide en cifras alarmantes. El crimen de Teodomira de la Horra es el tercero que ocurre en un mes en esa zona. Todos los homicidios comparten un rasgo: sucedieron puertas adentro. El primero tuvo como víctima a Salustiano Gonsevat, un changarín que fue asesinado frente a su familia en una humilde vivienda, ubicada a pocas cuadras de lo de la anciana. El segundo fue el de Martín Vera, un chico que fue apaleado por vecinos que lo descubrieron robando en una casita deshabitada (ver recuadro).
De la Horra murió desangrada por la cuchillada en el cuello y especulan que el deceso ocurrió a poco tiempo de haber sido mortalmente herida. Quedó tendida en la cocina, que está separada por una estantería abierta del living, donde se encuentra la puerta de ingreso a la casa. La llave quedó en la puerta y ninguna cerradura había sido violentada, aseguran los investigadores.
La policía secuestró un cuchillo común de cocina y un grueso palo de madera, forrado de arpillera y manchado de sangre, que estaba a su lado. Además de ropa y otras cosas ensangrentadas. El palo podría haber sido usado por la mujer para defenderse, conjeturó uno de los investigadores sobre la otra posibilidad: que lo hubiera utilizado su atacante para pegarle.
La casa de Teodomira, en la esquina de Agustín Magaldi al 8500, fue requisada por el gabinete criminalístico de la policía que logró levantar varias huellas, aseguró uno de los policías de la subcomisaría 22ª, con jurisdicción en esa zona. También otros elementos podrían orientar la búsqueda de un sospechoso, aseguraron fuentes de la investigación.
El crimen congregó a muchos vecinos en torno a la casa de Teodomira. Se lamentaban por su muerte, la consideraban una buena mujer, siempre amable y generosa. Aunque solidaria, de la Horra era muy cuidadosa a la hora de abrirle la puerta a desconocidos. Habían intentado asaltarla varias veces y a partir de esas experiencias tenía dos llaves en la puerta de entrada además de un cerrojo. "A veces, mientras hablaba por teléfono, contaba que simultáneamente escuchaba pasos en el techo". Por eso tanto los familiares como los investigadores sospechaban que la mujer, si abrió la puerta, fue porque conocía a la persona que llamó.
Con esa hipótesis y las huellas, los investigadores esperaban avanzar sobre los posibles sospechosos, cuya búsqueda rastreaban a partir del testimonio de familiares y allegados de la mujer.
En el living de la casa quedaron ovillos y lanas. "Estaba tejiendo para su nieta", contó una de las mujeres de la familia, que se había encargado de tramitarle el pasaporte a Teodomira para que emprendiera el viaje que le encendía la ilusión: ver en breve a su hija y a su nieta en Estados Unidos.



El desaliento de Eustaquio, hermano de Teodomira. (Foto: Gustavo de los Ríos)
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