Año CXXXV
 Nº 49.575
Rosario,
lunes  19 de
agosto de 2002
Min 4º
Máx 11º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El músico volvió a su ciudad y tocó en el Parque de España
Hugo Pierre: "Mi viejo me dio un disco de Benny Goodman y me volví adicto al jazz"
Se fue a Buenos Aires a los 19 años. Recuerda sus inicios y repasa su trayectoria internacional

José L. Cavazza / La Capital

Está escrito, nadie es profeta en su tierra. Por eso, salvo en el mundillo del jazz, pocos conocen en Rosario la vida y obra de Hugo Pierre. A los 19 años, en 1955, partió de Rosario con su clarinete y su saxo en la valija y llegó a Buenos Aires en busca de un lugar en el ámbito jazzero. Allí se reencontró con viejos amigos -el Chivo Borraro, el Gato Barbieri y su hermano Rubén- y empezó a desandar un camino lleno de éxitos: se formó junto a las luminarias del jazz de entonces, acompañó a figuras internacionales como Edith Piaf, Tony Bennet, Nat King Cole, Xavier Cugat y Julio Iglesias, entre otras; integró la legendaria Banda Elástica, las orquestas estables del teatro Colón, de Canal 13 y hasta pasó por las filas de la Sinfónica Nacional. Finalmente formó un dúo junto al pianista Juan Carlos Cirigliano, con quien se presentó el sábado, a sala repleta, en el VI Festival de Jazz Rosario. Pierre, emocionado, tuvo su homenaje apenas puso un pie en el escenario del Parque de España.
-¿Dónde vivía en Rosario?
-Vivía en la calle que se llamaba 25 de Diciembre, entre Riobamba y Cerrito. La República de la Sexta. En aquellos tiempos, en los años 40, era un barrio muy tranquilo. Jugábamos a la pelota en la calle... Bueno, eran otros tiempos; tengo 66 años.
-Ya no es un lugar tan tranquilo...
-Supongo que no. Buenos Aires tampoco está tranquila, te pueden asaltar en pleno día en Santa Fe y Callao.
- ¿En Rosario usted fue algo así como el pibe que quería tocar la trompeta?
-Sí. Empecé a estudiar música a escondidas de mi viejo, porque en la familia tenían ese prejuicio de la música sinónimo de cabaret, minas, alcohol y el vicio en general. Yo era un enamorado de la trompeta. No sé bien por qué. Entonces, una prima me anotó en un conservatorio que se llamaba Sociedad Protectora de la Infancia Desvalida. Claro que no había ningún desvalido, eran todos gorditos y bien alimentados. Yo tenía nueve años y como fue a escondidas, en mi ignorancia de niño creía que el clarinete era la trompeta, porque el clarín es igual que la trompeta pero sin pistones. Así, le dije a mi prima: "Anotame en clarinete". El primer año hice teoría y solfeo. Al comenzar el segundo año me dan el clarinete. Miro el palito negro y me pregunto "¿qué es esto?". Claro, ya era tarde para quejas, y me convertí en clarinetista por accidente.
-¿En qué orquestas tocó en Rosario?
-Con la Jazz de Alberto Lacprugeant. Ese fue mi debut profesional, tocando clarinete y saxo. Después estuve con Adolfo de los Santos y terminé con La Jazz Santa Mónica, con Grande Castelli y Abel Pizzicatti.
-¿Cuando llegó a Buenos Aires con qué se encontró?
-Tuve una suerte bárbara. A través de Pichón Risiglione, el hijo de mi gran maestro, Juan Risiglione, entré en un ambiente donde encontré a varios rosarinos notables, que fueron grandes amigos míos, como el Gato Barbieri, su hermano Rubén, Lalo Schiffrin y el Chivo Borraro, además de Baby López Furst y Jorge Navarro. En fin, la crema y nata del jazz porteño. Tuve la suerte de empezar a trabajar con ellos. Rápidamente me tocó acompañar en Buenos Aires a figuras internacionales como Edith Piaf, Nat King Cole, Marlene Dietrich, Tony Bennet y con la orquesta de Xavier Cugat, que incluso tocamos en el Club Provincial de Rosario.
-Pensó en algún momento irse a vivir fuera del país, como el Gato Barbieri?
-Una vez tuve la oportunidad de ir a Brasil, pero no fui. Había quedado huérfano a los 17 años y era el sostén de la familia. En mi lugar fue el Gato, que estuvo seis meses y se volvió. Después, apenas me casé me llamaron de Italia; nos hacían un buen contrato a Albertino Corvini, un rosarino que después fue primer trompeta de la RAI. También me quedé. En aquel entonces había mucho trabajo en Buenos Aires para los instrumentistas de jazz. En el 56 vino Dizzi Gillespie y el jazz era un boom. Eso sí, al tiempo estuve viviendo poco más de un año en una isla holandesa llamada Aruba, en el Caribe, y también hice varias giras internacionales con Julio Iglesias y Sandro, entre otros.
-¿Cuántas veces sintió que estaba tocando lo que realmente quería tocar y cuál era la música que realmente amaba?
-Toda mi vida amé el jazz. Cuando a los 12 años, mi viejo me trajo un disco de Benny Goodman me volví adicto al jazz y no me pude curar más. Y en el jazz lo que más me gusta es improvisar. También me gustó formar parte de una gran big band como fue la de Lalo Schiffrin. Tocar lo que a uno le gusta ocupa en la carrera profesional un porcentaje menor. Yo formé parte durante 17 años de la orquesta estable del Canal 13; abrimos las sesiones acompañando a Tony Bennet, pasamos por "Casino Phillip" y "Sábados circulares de Mancera" y terminamos tocando para "El Club del Clan".
-¿Cómo llegó a Edith Piaf?
-Trabajaba con Eddie Pequenino en la confitería Cabildo y llegó un representante del teatro Opera y me dice: "Pibe, ¿querés trabajar con Edith Piaf?". Yo le respondo: "¿Cuánto hay que pagar?". Esa fue mi primera estrella internacional y tenía algo más de 20 años.
-¿Qué recuerda de la Piaf?
-Era una mujer muy pequeña, amable y muy dulce. Su amante era el guitarrista, un tipo muy joven y con una pinta bárbara. No recuerdo otra cosa...
-¿Y de Nat King Cole?
-Venía de una gira latinoamericana que terminaba en Buenos Aires, en 1959. El nivel de los músicos de jazz de Sudamérica no era muy bueno, salvo en Buenos Aires que había un muy buen nivel. Por eso Nat King Cole venía muy enojado y cuando llega a Buenos Aires no viene al ensayo. El director de la orquesta era Lee Young, el hermano de Lester, y cuando nos escuchó quedó encantado. Nat vino a escucharnos al otro día y le gustó la orquesta. Después comentó en una revista de jazz que en la gira donde mejor lo habían acompañado había sido en Buenos Aires.
-Bennet, Julio Iglesias, Banda Elástica, las orquestas del Colón, Canal 13 y la Sinfónica Nacional. ¿Qué le falta por hacer?
-Mi sueño es tocar bien jazz, ser un buen solista y vivir del jazz, cosa bastante difícil porque el jazz y el crimen no pagan.
-Algo habrá ahorrado en estos largos años de tanta actividad...
-Sí, pero me agarró el corralito (risas).



Pierre fue homenajeado en el Festival de Jazz Rosario. (Foto: Hugo Ferreyra)
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Junto al Gato a ver a Newell's
Diario La Capital todos los derechos reservados