Año CXXXV
 Nº 49.575
Rosario,
lunes  19 de
agosto de 2002
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Fue intencional el tiro mortal que un policía hizo contra un amigo
El agente habló de suicidio y luego de accidente. Pero el juez lo sentenció por asesinato

Jorge Salum / La Capital

Antes de matar a su amigo Fabián Chiarenza, el agente de policía Adrián Bevilaqua llamó por teléfono a la mujer de quien sería su víctima y los puso en contacto. A ella le pareció que todo estaba bien y pidió a su compañero que no regresara tarde a la casa. "Quedáte tranquila", dijo él y cortó la comunicación con la promesa de que no demoraría. Después sintió ganas de ir al baño. Allí estaba cuando el balazo de una pistola 9 milímetros le hizo estallar el cráneo y lo mató en el acto. No fue un suicidio ni un accidente, como quiso hacer creer Bevilaqua a los investigadores, sino un asesinato.
En un juicio que acaba de concluir, el autor fue condenado a 8 años de cárcel. El fallo no lo dice claramente pero se supone que fue un crimen pasional: es que el homicida, que se había casado y tenía un bebé, pretendía abordar sexualmente a quien ahora era la mujer de Chiarenza.
Aún con este antecedente, que tal vez podría interponerse entre ellos, Bevilaqua y Chiarenza se consideraban buenos amigos. Solían reunirse para beber juntos y el día del crimen el policía citó al otro con la excusa de ofrecerle unas changas. Es que el hombre estaba haciendo arreglos en su casa y la persona que había contratado lo dejó plantado.
El día del crimen, el primer miércoles de diciembre de 1999, Bevilaqua trabajó hasta las 8 de la noche. A esa hora se fue de la seccional 2ª, donde revistaba como agente, directo a su casa. Allí se encontró con Chiarenza, de 33 años. Juntos salieron a comprar cuatro cervezas y después se sentaron a vaciar uno a uno los porrones.
A eso de las 11 de la noche Bevilaqua llamó a la mujer de Chiarenza y le contó que había ofrecido trabajo a su compañero, que estaba desocupado. Después le pasó el teléfono a ella y la pareja mantuvo un breve diálogo. Fue la última vez que hablaron.
A las 11 y media Chiarenza fue al baño y segundos más tarde su amigo le disparó. Después salió corriendo a la calle, simuló estar desesperado y pidió ayuda. Al principio nadie puso en duda su versión cuando dijo que se había disparado con su arma, pero cuando una médica vio que tenía un tiro en la nuca su situación comenzó a complicarse.
"Quise hacerle una broma, le apoyé el arma en la cabeza y el tiro se me escapó", declaró esa vez. Por las características del arma, y por su condición de policía, no le creyeron y lo acusaron de homicidio.
Hubo, para ello, un elemento clave que los peritos le contaron al juez: la fuerza que tuvo que hacer Bevilaqua para accionar su Browning. Según los expertos, ese detalle descarta definitivamente la posibilidad de que se tratara de un accidente cuando intentaba gastar una broma.
El crimen ocurrió el 1 de diciembre de 1999 en pasaje Schenone 4270 (Montevideo a la misma altura). Ahora el juez Luis Giraudo encontró culpable a Bevilaqua, de 26 años, y lo sentenció a 8 años de prisión. El abogado del homicida, Eduardo Sosa, apeló el fallo.



Schenone al 4700, donde ocurrió el crimen en 1999.
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