El rompehielos de la Armada Argentina Almirante Irízar arribó ayer a la tarde a la dársena Norte del puerto metropolitano luego de cumplir con éxito la misión de asistencia al buque multipropósito alemán Magdalena Oldendorff que se encuentra desde el 30 de mayo en los hielos antárticos.
El Irízar, al mando del capitán de fragata Jorge Luis Tavecchia, con 175 tripulantes, entre los que se encuentra una única mujer, experta en glaciología, amarró pasadas las 15.30 en la dársena Norte. Al ingresar por el canal del Río de la Plata, el rompehielos fue escoltado por más de 300 veleros de distintos clubes náuticos, lanchas y las embarcaciones Fortuna de la Armada Argentina, Esperanza de la Prefectura Naval Argentina y la histórica corbeta Uruguay. Al son de las sirenas y bajo un cielo gris con amenaza de lluvia, el rompehielos atracó en el puerto, donde fue recibido por miles de personas, entre los que se encontraban familiares y amigos de los marinos. Una escena fue particularmente emotiva, la vivida por el suboficial Márquez, quien conoció a su hijo, que nació cuando cumplía su misión en el sur y cuyo parto escuchó telefónicamente.
La nave cumplió una nueva hazaña en la historia de la Armada al lograr con éxito abastecer en dos oportunidades al buque alemán que cumplía una misión científica, varado entre los hielos antárticos desde el pasado 30 de mayo y en plena temporada invernal.
Al amarrar en el puerto porteño, el jefe de la Armada, almirante Joaquín Stella, afirmó que el rompehielos Almirante Irízar "cumplió con creces su misión" y destacó que la tripulación "inclusive fue mucho más allá de lo previsto" en los preparativos del viaje. El jefe de la Armada elogió al médico argentino Juan Carlos Campana -quien quedó a bordo del barco alemán y no regresó con la tripulación- y comparó su situación con la vivida a comienzos de siglo por el alférez José María Sobral.
Por su parte, el comandante del Irízar aseguró que el momento más peligroso "fue cuando los dos barcos empezaron a navegar en convoy, ya que el rompehielos quedó aprisionado entre hielos viejos y navegamos una semana a un promedio de 22 kilómetros y había mucho peligros de desviarnos al oeste y ser absorbidos por la corriente del mar de Wedell".
El rompehielos inició la operación Cruz del Sur el 25 de junio pasado, luego que la Armada Argentina recibiera un pedido de auxilio por parte de la empresa propietaria del barco alemán, que ahora se encuentra en un fiordo natural de un glaciar, pegado al continente antártico y a la altura de Sudáfrica. Cuando comiencen a derretirse los hielos, el barco alemán saldrá de allí y se dirigirá hacia el mar abierto.
La nave argentina, diseñada en 1978 en Finlandia, pudo cruzar más de 1.000 kilómetros de hielo para salir a mar abierto y regresar a Buenos Aires, tras navegar durante 54 días. La misión del Irízar fue comparada con la hazaña que realizó hace 100 años la Corbeta Uruguay, que fue a la Antártida y trajo a Buenos Aires a los miembros de la expedición encabezada por el marino sueco Otto Nordenskjöld.
Esos hombres, con el alférez argentino José María Sobral entre ellos, viajaron al continente blanco en el verano de 1901 y tenían que regresar en 1902, pero la nave que los llevó se averió atrapada por los hielos y sucumbió, por lo que tuvieron que pasar otro invierno en la Antártida. Entonces, desde Buenos Aires partió en 1903 la corbeta al mando del teniente de navío Julián Irízar y el 8 de noviembre encontró a los expedicionarios en la isla de Cerro Nevado y llegó con ellos a puerto el 2 de diciembre de 1903. (Télam)
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