Fernando del Corro
Prometeo "el astuto", cuyo nombre significa en griego "el que primero piensa" o más laxamente "el reflexivo", fue un titán de la mitología helénica de la "edad de oro", en la que los dioses convivían con los hombres, de cuyo lado estuvo siempre a pesar de que él era un inmortal. Curiosamente, el nombre del titán que engañó más de una vez al propio Zeus, jefe de los dioses olímpicos, para beneficiar a los más débiles, ahora es utilizado por una empresa de "servicios" que ha convulsionado el mercado laboral argentino en los últimos días con la oferta de proveer a las empresas el listado de los trabajadores que hayan hecho alguna vez juicio a sus empleadores.
La gravedad del hecho del llamado Veraz Laboral, que ha motivado la reacción de la firma Veraz que informa sobre deudores financieros y comerciales, hizo que se levantaran numerosas denuncias y tomara rápidamente cartas en el asunto la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, para impedir que continuara esa práctica destinada a discriminar la oferta laboral contra los que hubieran defendido sus derechos.
Resulta, dentro de lo repudiable del negocio, también hasta grotesco, mirado desde una perspectiva histórica, si uno piensa que ya durante los inicios de la gestión de Nerón (15/12/37-9/1/68), este emperador romano, de tan mala prensa, a instancias de uno de sus ministros, el español Séneca, se autorizó a los esclavos a llevar a juicio a sus amos cuando estos los hacían uso de malos tratos.
¿Qué hubiera pasado si, por ejemplo, en el Acta Diurna, el cotidiano romano fundado por Cayo Julio César, se hubieran publicado las listas de los esclavos que querellaban a sus amos?. Seguramente nada, porque dicha condición servil constituía el último escalafón de la escala social, a pesar de lo cual comenzó a contar con una legislación protectiva desde los tiempos de Cayo Octaviano Augusto, profundizada luego por Claudio y Nerón.
Lo deplorable de Veraz Laboral se agudiza en circunstancias en las que no existe el pleno empleo entre los hombres libres, como en los tiempos del romano Nerón, sino que Argentina se encuentra ante los más aterradores índices de paro de toda su historia y con enormes masas de menesterosos que deambulan por sus calles comiendo de la basura y juntando los desperdicios para comercializarlos, gracias a lo cual pasan a ser, oficialmente, "ocupados".
Prometeo, por el contrario, hizo que los hombres comieran bien, mejor que los dioses, como que a la hora de repartir el animal sacrificado, y siendo llamado, por ser el más inteligente, para repartir las cortes, dispuso en elegantes paquetes a los desechos y partes menos apetitosas, mientras que las mejores carnes fueron lanzadas, desprolijamente, sobre la mesa. A continuación convocó al propio Zeus para que dictaminara, por lo que, tras haber optado el jefe del Olimpo por los mejor presentados, los mortales pasaron a comer a través de los siglos las mejores partes.
La política de la empresa Prometeo, en cambio, es para que muchos no coman, ni tengan tampoco con qué calentarse, al olvidar que "el astuto", también mediante otro de sus engaños, hizo que el fuego sagrado, sólo administrado por los inmortales, estuviera desde entonces a disposición de los simples mortales.
El interesante engaño consistió en que existiendo una planta denominada cañaheja que tiene una médula blanca y seca que arde lentamente sin apagarse y sin que se advierta desde el exterior, Prometeo aprovechó la misma para apropiarse del uso del fuego y, sin que nadie se percatara, llevárselo a los hombres.
Una sola cosa han tenido estos modernos perseguidores de trabajadores de la herencia del viejo y querido Prometeo. Este tenía un hermano llamado Epimeteo, en griego "el que después piensa", traducible por "el impulsivo", y de cuyo atropello se valió Zeus para vengarse de aquél, al casarlo con Pandora, la primera mujer, a la que dotó como regalo de bodas de una caja, de la cual, al ser abierta, se difundieron por el mundo todos los males, quedando al hombre, en el fondo de ella, sólo la esperanza.
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La Ciudad
