Año CXXXV
 Nº 49.573
Rosario,
sábado  17 de
agosto de 2002
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Revalorizan el papel de la innovación y biotecnología
Congreso de Aapresid: Los nuevos negocios de la sustentabilidad
Buscan exportar el modelo de siembra directa. Cómo hacer agricultura en la "economía del conocimiento"

Innovación, redes, cadenas, emprendedores, genómica, sociedad de la información, biotecnología, sustentabilidad, precisión. El nuevo diccionario de los productores le puso el idioma al congreso nacional de siembra directa que se realizó esta semana en Rosario. Un encuentro que tuvo como foco la iniciativa de la entidad organizadora, Aapresid, de internacionalizar el modelo de producción local y convertir al sector agropecuario en el vehículo de la transición argentina hacia una nueva economía.
En este contexto se explica la sensación que causó en los mil asistentes al congreso la disertación del mexicano Juan Enriquez, del Centro de Estudios Latinoamericanos de la universidad de Harvard, que cautivó al auditorio al advertir que la línea divisoria entre los países ricos y los países pobres pasa cada vez más por la capacidad de "proteger y vender conocimiento al mundo", es decir: cuidar y promover la educación, la ciencia y la tecnología.
Más que su análisis sobre el papel del conocimiento, la investigación en biotecnología y la innovación tecnológica, impresionó su convicción respecto de que no es la pobreza y la marginación el destino fatal de los países latinoamericanos. Por el contrario, apeló a su conocida comparación entre la cantidad de genes que tienen Bush, Clinton y un ratón (prácticamente ninguna, aclaró) para reforzar que la diferencia entre un pueblo económicamente exitoso y otro "no está en los genes" sino en la organización que hace de su conocimiento.
A modo de música para los productores de punta que se reúnen año a año en el congreso de Aapresid, subrayó que en Argentina "el sector agropecuario es el único capaz de generar un cambio basado en la ciencia y la tecnología". Esa fue, precisamente, la idea que quiso instalar como resumen del encuentro el presidente de Aapresid, Víctor Trucco.
Así lo reflejó en el discurso inaugural, donde abundó en críticas al Estado y a la clase política por la crisis, denunció la "falta de ideas a nivel dirigencial" pero también enfatizó un concepto crucial: "No hay que esperar todo del Estado, nuestra suerte depende de nosotros mismos".
Fue en ese marco que el congreso se convirtió en la presentación formal de novedades de importancia. Se anunció la realización de jornadas demostrativas de siembra directa en España y México, los países con los cuales Aapresid quiere comenzar a exportar el modelo de producción sustentable. Se lanzó Bioceres, la "incubadora de empresas" conformada por los propios productores para desarrollar biotecnología adaptada a las necesidades locales y estuvo la gente de Biosidus, el laboratorio argentino que colocó al país en el selecto grupo de los que dominan la técnica de clonación.

Los innovadores
El común denominador de estos emprendimientos es la innovación, un concepto que Aapresid se apropió como fórmula para definir a su propia organización y las iniciativas que difunde, desde la idea original de desterrar los arados hasta la más reciente de considerar a la sustentabilidad como un eje de desarrollo económico.
"El productor argentino fue innovador en los métodos de producción y hoy es uno de los más eficientes del mundo", señaló Santiago Lorenzatti, coordinador técnico de la entidad, para preguntarse después: "¿Ese es límite?". La respuesta, en el panel dedicado a la innovación tranqueras afuera, fue no. Allí se concluyó que el desafío es trasladar este concepto a toda la cadena de valor. Para Roberto Bisang, de la Universidad Nacional de General Sarmiento, "la innovación es un proceso social y cooperativo que requiere de entidades que la impulsen y una red de empresas y organismos públicos asociados".
Héctor Ordoñez, director del Programa de Agronegocios de la UBA, agregó: "la innovación no se agota en el plano tecnológico sino también en el organizacional, de nada sirve tener una buena idea sino hay una red que la sostenga desde el inicio hasta su desarrollo".

Soluciones a medida
Gerry Guill, líder global de Agricultura de Conservación de Monsanto, lo explicó desde el lado de la transformación que debieron protagonizar las grandes multinacionales del sector agroquímico y semillas. "Las inversiones de estas empresas están cada vez menos orientadas a vender productos y cada vez más a ofrecer paquetes de soluciones complejas para atacar problemas complejas en el manejo agrícola".
Es, en parte, la historia del desarrollo de la siembra directa. Así lo señaló el brasileño Dirceu Gassen (Cooplantio) cuando, al disertar sobre el manejo de plagas, enfatizó que al posicionarse el rastrojo como base de la agricultura, "pasamos de matadores a manejadores de fauna". Agregó que "más del 90% de las especies de plagas que se encuentran en el suelo están bajo control natural o biológico, con lo cual se puede lograr un monitoreo y manejo sin necesidad de la aplicación indiscriminada de insecticidas".
Dean Fearchild, de la división de Nutrición de Cultivos de Cargill, presentó sistemas de esa empresa para "aplicación variable de nitrógeno", revalorizando la importancia de la agricultura de precisión para minimizar y racionalizar la fertilización, aplicando dosis variables para cada sitio.

Redes y biotecnología
Las exposiciones apuntalaron la convicción de que ya no existen recetas para el manejo productivo ni del negocio agropecuario, sino estrategias de acción, que requieren de redes que permitan intercambiar conocimientos y experiencias. Eso se traslada al ámbito de la biotecnología, la vedette de cada foro agropecuario, donde, cómo señaló el directivo de Monsanto, los nuevos eventos derivados de la genómica dejarán atrás las investigaciones vinculadas al control de malezas e insectos, para orientarse a la "agregación de valor e toda la cadena". Esto es, por ejemplo, producción de alimentos para animales que destaquen determinados nutrientes".
Esteban Hopp, del Inta, destacó que "la biotecnología fue pensada para el mejoramiento de plantas y ahora es un insumo básico para obtener productos". Recordó que en Argentina ya se se están desarrollando eventos de segunda generación (con propiedades especiales o funcionales) como la alfalfa con vacuna antiaftosa, y aseguró que en el mundo lo que se verá próximamente es la biotecnología de tercera generación, capaz de operar sobre el medio ambiente (potenciar el PH del suelo, mejorar la administración de nitrógeno, manipular rindes y escapar a períodos críticos).
Destacó, además, que como parte de ese proceso se viene la "biotecnología para productos locales". Eso explica en parte la conformación de Bioceres, una empresa de gestión que vinculará a los inversores con proyectos de investigación en biotecnología, focalizada en la "patentabilidad" de lo que se produzca. El primer contrato es para desarrollar resistencia fúngica en la soja pero hay en carpeta convenios para trabajar en maíz, trigo y girasol.
"No esperen grandes edificios ni una empresa tradicional, Bioceres es una típica firma de la sociedad de la información, que trabajará como incubadora de empresas", señaló Gustavo Grobocopatel, presidente de la empresa, quien también destacó la interacción con los organismos de investigación públicos: "Queremos demostrar que se pueden hacer políticas públicas desde el sector privado", dijo.
Para el investigador Alejandro Mentaberry, "Argentina entró tarde a la revolución verde, lo que permitió adquirir un paquete tecnológico ya en marcha, ahora el desafío es producirlos originalmente". En medio de la furia privatista de los últimos años, reivindicó el rol que jugó el Estado en la investigación biotecnológica: "Desde el 80 vienen investigando este tema organismos como el Conicet, el Inta y las universidades, pocos saben que en Argentina hay 55 laboratorios públicos adheridos a la red de colaboración técnica de la FAO".
Hopp destacó por su parte el marco legal de avanzada que desarrolló Argentina para incorporarse a la revolución genética y destacó la importancia de esta tecnología en la sustentabilidad de la agricultura: "A pesar de lo que se pensaba, el consumo de agroquímicos bajó con los transgénicos", dijo.

Bueno y rentable
El impulso de emprendedores que conviertan estas tendencias en nuevas empresas es parte del activo que pretende llevar Aapresid en la "legión extranjera" que intentará posicionarla como referente de la agricultura conservacionista a nivel mundial. La crema es el "negocio de la sustentabilidad", que incluye el mercado de secuestro de carbono, experiencias como el biodiesel y, de cajón, la siembra directa.
En el mundo hay 68 millones de hectáreas bajo siembra directa, poco más de 00 millones con alguna práctica de labranza mínima y 750 millones con grandes problemas de erosión. Pero el mayor porcentaje de SD se concentra en unos pocos países como EEUU, Argentina y Brasil. En Europa, sólo el 5% utiliza esta práctica.
Para el biólogo argentino radicado en Estados Unidos, Otto Solbrig, el efecto de cambio climático provocará grandes fluctuaciones en la producción mundial y, por ende, de precios. El desafío es, en ese sentido, producir con pautas que apunten a estabilizar. "La siembra directa va a ser cada vez más necesaria pero también cada vez más un buen negocio, porque loos mercados van a exigir métodos sustentables".



El titular de Aapresid en la inauguración del Congreso. (Foto: Alfredo Celoria)
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