Aunque sin la repercusión del caso Fiorentina, en España también los clubes sufren la crisis. Para esta temporada, la televisión decidió reducir sensiblemente las cifras que le pagaban a los clubes y aunque a la mayoría la idea no les gustó demasiado no tuvieron más remedio que aceptarla, ya que al menos recibirán algo de dinero. La reducción de ingresos obligó a la mayoría de las instituciones a no realizar grandes incorporaciones y son varios los que, a menos de un mes para el inicio del campeonato, tratan de desprenderse de algunos jugadores para achicar los gastos del fútbol. Pero más allá de esta política de achicamiento hubo un par de equipos que no llegaron ni siquiera a inscribirse a término y terminaron perdiendo la categoría. Levante, que había descendido a segunda, seguirá en esa categoría porque Burgos no pudo reunir a tiempo el dinero que necesitaba para jugar. Un caso similar vivió Granada, que no llegó a reunir los 388.000 dólares necesarios para jugar en la tercera división, y en consecuencia fue descendido a la cuarta categoría.
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