Año CXXXV
 Nº 49.567
Rosario,
domingo  11 de
agosto de 2002
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Bogotá pasó el miércoles por un infierno, pero pudo ser diez veces peor
Las Farc alquilaron una casa con patio y allí instalaron una batería de cien morteros

Bogotá. - El miércoles de terror que vivió Bogotá mientras asumía la presidencia Alvaro Uribe pudo ser diez veces peor. Literalmente. Porque una batería de cien garrafas bomba preparada en un patio de una casa alquilada funcionó parcialmente y sólo pudo disparar nueve de esos artefactos. De haber lanzado la salva completa, la matanza en Bogotá podría haber llegado a centenares de víctimas: cada mortero de este tipo crea un radio letal de diez metros como mínimo.
Según un reporte del diario de Bogotá El Espectador, el bombardeo se planeó bajo la fachada de una ONG belga, con el fin -cumplido en parte- de bombardear la Escuela Militar de Cadetes, que hasta dos días antes de la ceremonia de asunción estaba designada para que Alvaro Uribe hiciera el tradicional "reconocimiento" de tropas, luego suspendida. La escuela fue el primer objetivo atacado "para despertar una ciudad que ya desde el martes en la noche sentía la tensión en el ambiente". Rápidamente fueron acordonadas cinco manzanas, minutos después de que en barrios vecinos hicieran impacto nueve garrafas-bomba, que dejaron tres heridos, entre ellos una menor de edad. Tres de los proyectiles cayeron en el blanco, la escuela militar: una en el campo de golf y las otras cerca a los dormitorios de los reclutas. Otra garrafa dañó una escuela, dejando tan sólo daños materiales.
Simultáneamente otras explosiones se reportaban en otros cinco puntos, con un saldo de dos heridos. "De cualquier parte del cielo parecía que podía caer una nueva amenaza".
En la que "parecía ser una casa más de Pontevedra" se había armado la batería de misiles caseros. Había sido alquilada hace dos meses a dos señoras que invocaron a una ONG belga. Además de los nueve proyectiles lanzados, quedaron otros 91 "que estaban listos para ser activados en forma sucesiva, dirigidos hacia la escuela militar". Pero falló el detonante en cadena y se interrumpió la secuencia. Las plataformas de lanzamiento estaban ubicadas en el patio interno de la casa, que había sido cubierto para que los vecinos no pudieran ver el montaje de las armas. Estas eran ingresadas al parecer durante la noche para no llamar la atención. El alcance de las garrafas-mortero es cercano a 2,5 kilómetros. Luego de este primer ataque vendría lo peor: el bombardeo fallido del Capitolio, donde se hallaban cinco presidentes extranjeros y asumía Uribe, que dejó 21 muertos, 15 de ellos indigentes del barrio marginal El Cartucho, donde cayeron los proyectiles dirigidos al Congreso.


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