Un muchacho de 20 años murió en el interior de un terreno baldío de Ludueña Sur a causa de un balazo en la cabeza disparado por un agente del Comando Radioeléctrico, en un tiroteo entre dos ladrones que habrían intentado ingresar a una vivienda y los policías convocados para impedir el delito. El caso presenta aspectos muy controvertidos. Mientras la Unidad Regional II informó que el fallecido era uno de los maleantes que atacó a balazos a los uniformados, y que portaba un revólver calibre 38, familiares y vecinos refutaron la versión. Afirmaron que la teoría del enfrentamiento fue inventada para encubrir un caso de gatillo fácil, que el "arma fue plantada" y que el muchacho, muy querido en su barrio, "no era un delincuente, sino una persona de trabajo".
Carlos Angel Gauna cayó mortalmente herido en un terreno baldío de Larrea y Urquiza. Tenía un disparo en el cráneo. Según fuentes policiales, alrededor de las 19.30 del jueves, Gauna y un cómplice intentaron introducirse en una vivienda lindera con ese predio, cuyo frente está en Larrea al 500, trepando por un tapial de poco más de dos metros de altura. Les dieron la voz de alto, respondieron a tiros, y la réplica policial derrumbó al muchacho.
En Felipe Moré al 600, donde vivía el joven fallecido, gritan a los cuatro vientos que la cosa no fue así. Familiares y vecinos denunciaron que fue asesinado por la espalda. "Tenía un balazo en la nuca", dijeron. Antonia Novatti, abuela de Gauna, remarcó que su nieto solía frecuentar la zona donde murió, a tres cuadras de su casa, porque tenía amigos con los que jugaba a la pelota.
"No era un delincuente, trabajaba en la carnicería de su tío, era donante de órganos, terminó la escuela secundaria en el Colegio Urquiza de Oroño y Santa Fe y cuidaba enfermos en el Pami", comentó su abuela con desesperación. Aseguró que fue ella quien, con el padre del chico y un policía, encontró a su nieto agonizando entre los yuyales. Toda la cuadra estaba conmovida por la noticia. Lucía Guagliano, una "simple vecina", aseguró conocer a Gauna desde que tenía 4 años. "Esto nos dejó a todos destruidos. Pregunten en el barrio quién era Carlitos. No se queden con lo que dicen los familiares, pregunten a los vecinos".
En el baldío se encontró un motor arriba de un carro que supuestamente era objeto de un robo. Y que estaba en la fábrica abandonada a la que corresponde el terreno. También que en ese potrero, según fuentes judiciales, había "varios grupos de personas".
Siluetas en el muro
Fernando es el dueño de la vivienda desde donde advirtió a los presuntos ladrones. Había salido a hacer unas compras, dejando dentro a dos de sus hijos más pequeños. Al retornar a los quince minutos descubrió a dos hombres trepados al tapial que separa su casa del baldío. "Uno estaba en posición de salto, y el otro como en actitud de espía", contó. La aparición de los intrusos fue detectada por la perra Layla, una foxterrier que se les fue al humo y empezó a tirarles dentelladas.
Fernando pulsó la alarma doméstica que se conecta con la central policial. Los ladrones se vieron descubiertos, también por el alboroto de la perra, y saltaron hacia el baldío lleno de malezas, donde hay una fábrica desmantelada de implementos agrícolas. El lugar presenta estado de abandono y los paredones que lo rodean por Larrea y Urquiza tienen abiertos tres boquetes.
Fernando sospecha que por esos agujeros los intrusos ingresan al terreno para luego acceder a su vivienda. Decidió instalar el sistema ADT después de haber sufrido tres robos desde enero y siete en los 15 años que vive en esa zona de Ludueña. En menos de cinco minutos, un móvil del Comando Radioeléctrico llegó al lugar. Uno de los uniformados ingresó al jardín del frente de la vivienda. Cuando recibió a los agentes, el dueño de casa les informó: "Los ladrones se fueron por el baldío de al lado".
Con una escalera que le facilitó Fernando, uno de los policías trepó por el tapial y cuando alcanzó a asomar la cabeza "se escucharon dos o tres tiros", según contó el testigo. Después, el agente sacó su arma reglamentaria y gritó "alto que disparo" y abrió fuego. Fueron otros 5 ó 6 disparos más. "Vamos que dos se escapan", dijo el policía apostado sobre la pared. Fernando, atemorizado por la situación, no pudo ver más. Los policías salieron corriendo por Larrea hacia Urquiza y se perdieron en la oscuridad. Minutos después llegaron otros patrulleros.
Voceros de la Unidad Regional II indicaron que Carlos Angel Gauna recibió un balazo en la cabeza que lo dejó gravísimo. Una ambulancia lo llevó al Heca, donde murió poco después. Para la policía era uno de los que intentaron ingresar a la vivienda de Fernando y que se tiroteó con el Comando. También se divulgó que en su poder se encontró un revólver calibre 38. La información oficial señalaba también la detención de un menor de 17 años llamado Ezequiel y la de un ciruja de apellido Udi. Ambos quedaron libres luego.
La investigación está cargo del juez Luis María Caterina y de la División Judiciales de la policía local por estar involucrado un agente de la fuerza.