"Tenemos las mejores expectativas, sino no estaríamos aquí". Las palabras, dichas al finalizar la primera audiencia del juicio oral y público por la Masacre de Villa Ramallo, pertenecen a Carlos Chávez, el hijo del gerente del Banco Nación de Villa Ramallo que fue asesinado por las balas policiales la madrugada del 17 de septiembre de 1999. Tras ello, el muchacho se abrazó a su hermana Beatriz y a su mamá, Flora Lacave, y juntos subieron a un auto que los esperaba frente a los Tribunales Federales para llevarlos al hotel donde se alojarán mientras dure el proceso. "Esto es muy difícil para nosotros, porque es como tener un familiar con una enfermedad terminal: sabés lo que va a ocurrir pero no estás preparado para afrontarlo cuando ocurre", dijo Chávez con la voz entrecortada. Con tranquilidad, el joven enfrentó micrófonos y cámaras de televisión para pedir "por favor que le den tiempo a su familia. Nosotros somos del interior y tenemos nuestros tiempos, siempre necesitamos unos minutos más que ustedes para avanzar con estas cosas" y en seguida hizo referencia a que por eso, su madre "por ahora no quiere hablar, está muy nerviosa por tener que revivir todo lo que pasó". Al respecto, el joven Chávez dijo que "es muy difícil contener a mamá" y se lo notó preocupado al saber que el próximo lunes, a partir de las 10, Flora deberá contar ante el Tribunal lo que ella vivió aquella larga jornada que terminó con la muerte de su compañero de toda la vida. Durante los casi tres años que mediaron desde los hechos, los Chávez esperaron con "angustia pero esperanzados en que empiece el juicio porque queremos que se sepa toda la verdad", y el día llegó: "Ahora hay que afrontar este momento con la mayor entereza posible", concluyó el joven.
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