Los nenes de la casa seguramente conservarán el recuerdo de lo vivido ayer. El grito aterrado de Camila cuando vio desde su cama a los ladrones apuntando a la cabeza de su papá estremeció a su madre. "En ese momento cerraron la puerta del dormitorio de los chicos y empezaron a apurarse, aunque ya tenían el dinero", contó Nelly. Esteban, de 11 años, se despertó también por los gritos de su hermana, abrió la puerta del dormitorio y bajó corriendo, apenas después que los ladrones. Abajo lo contuvo su tío, que abrazó a los dos chicos aún amordazado contra un rincón del bajo mesada de la cocina. El perro de la casa, que vive en el terreno por el cual ingresaron los ladrones, declinó todo rol posible como custodio. "Se quedó quieto en su rincón, bostezando. Hasta les movía la cola", se burlaba la familia horas más tarde. Cuando el mayor susto había pasado.
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