En dos puntos distantes de la ciudad, entre la noche del domingo y la madrugada de ayer, dos hombres fueron baleados en incidentes con características distintas pero que para los investigadores policiales parecen tener un único fin: el robo de sus vehículos. Uno de los casos ocurrió en la zona oeste de la ciudad poco después de las 23 del domingo y la víctima fue Julio Jesús Giosa, un jubilado de 58 años. El otro fue en pleno microcentro, alrededor de las 5 de ayer, y el baleado resultó Gustavo Carrizo, de 35 años (ver aparte). Ambos hombres pueden contar sus experiencias, pero la muerte estuvo muy cerca suyo. Tras cenar en su departamento del barrio Fonavi de Teniente Agnetta al 2100, Giosa salió a bordo de su Ford Galaxy y en compañía de su esposa, Gerónima, para darle los restos de la comida a unos perritos que cuidan en una vivienda de su propiedad y en estado de abandono ubicada en Riobamba al 4300, a solo siete cuadras de su domicilio. Hasta allí llegaron y el conductor descendió para cumplir con el cometido mientras Gerónima lo esperaba en la puerta. Pasaron un par de minutos cuando Giosa retornó hacia el auto en el que estaba su esposa. Entonces, dos adolescentes en bicicleta se acercaron al hombre con un arma de fuego en sus manos. "Le pidieron la campera que llevaba puesta y dinero. Giosa le dio el abrigo y los únicos 20 pesos que tenía encima", dijeron fuentes policiales de la seccional 13ª, con jurisdicción en la zona. Tras entregar sus pertenencias a los ladrones, Giosa intentó subir al vehículo para volver a su casa y en ese momento, "sin mediar palabra y que haya resistencia alguna", según los investigadores, "uno de los pibes le disparó un tiro que le ingresó por el hemitórax derecho". Así las cosas, ante la desesperación de Gerónima, Julio cayó malherido en el asiento del auto mientras los ladrones huían en sus bicicletas con el botín. Los gritos de auxilio de la mujer alertaron a los vecinos de la zona y a los pocos minutos llegaron al lugar móviles del Comando Radioeléctrico y la seccional 13ª que trasladaron a Giosa hasta el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde fue dado de alta ayer al mediodía. Según los voceros policiales, Julio y Gerónima "no alcanzaron a ver a sus agresores por la oscuridad de la noche y del lugar, por lo que no pudieron identificarlos o dar datos fisonómicos que permitan hallarlos". Incluso, dijeron los pesquisas que la mujer "tenía un susto mortal y no quería hacer la denuncia por temor a represalias".
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