Pablo F. Mihal / La Capital
Era un Boca-River y se vivió como tal, como lo que es, un clásico. Y por más que en el partido no había nada en juego, Jockey y Duendes jugaron por lo más importante: el honor. Y tras los ochenta minutos de juego Jockey se dio el gusto de superar al reciente campeón por 21 a 14 en la última fecha del Torneo Regional del Litoral que ayer bajó el telón. La sensación inmediata una vez que Molinari pitó el final fue que a Jockey se le escapó el campeonato cuando cayó en el último minuto en el anterior clásico con Duendes (en Las Delicias) pero sobre todo cuando perdió con Estudiantes de Paraná. Los motivos para pensar ésto caen por su propio peso después de evaluar lo que pasó en el partido de ayer. Jockey fue el gran protagonista de tarde. Fue el que tuvo la decisión, el control, el dominio. Si bien fue Duendes el que arrancó en ventaja, el verdiblanco mostró su mayor hambre por el triunfo y no dudó en ir a instalarse en el campo rival. Con un juego muy fluido, el equipo de Trevisán y Baraldi atacó permanentemente desde cualquier posición con mucha velocidad y con control de la pelota buscando dar la primera puntada con los forwards y después apelando a la rapidez de los backs. El dominio territorial también fue del local gracias a una muy buena producción del pack de forwards (dominaron en formaciones fijas y móviles), donde se destacó Martín Palou, la figura de la tarde de ayer y acreedor al premio Quilmes-Diario La Capital. Duendes, en la vereda de enfrente, capitalizó algunas jugadas de las que dispuso y logró sacar una exigua ventaja en el primer tiempo pero en el complemento cayó ante un equipo que fue muy superior y que le cerró todos los caminos. La visita también cometió demasiados errores a la hora de clarificar situaciones favorables y pagó muy caro la desidia de algunos jugadores que intentaron la personal en detrimento del equipo. Jockey fue muy superior y lo demostró donde tenía que hacerlo: dentro de la cancha. Ganó, le empañó el festejo al campeón y no dejó dudas de que siempre está en la charla, pero por sobre todas las cosas dejó una enseñanza: más allá de los resultados, el rugby como cualquier otro juego, siempre da revancha. Ayer, Jockey bebió del dulce sabor de la venganza y con eso saldaron una deuda aunque a fin de cuentas el campeonato se haya mudado para Las Delicias.
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