Año CXXXV
 Nº 49.560
Rosario,
domingo  04 de
agosto de 2002
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El actor contó cómo "Son amores" es uno de los programas más vistos de la TV
Mario Pasik: "Lo que menos necesitamos hoy es distraernos"
Dijo que le agrada interpretar en la pantalla chica a villanos pero que no se identifica con ellos

Rodolfo Bella / La Capital

Mario Pasik sumó un nuevo villano a su carrera con el personaje Guillermo Carmona, de "Son amores". La tira logró superar a "El show de Videomatch", que en Buenos Aires históricamente había encabezado las mediciones de audiencia en el mismo horario. No obstante, en Rosario la medición se invierte y sigue dejando en primer lugar al programa de Tinelli. En diálogo con Escenario Pasik intentó explicar el éxito y dijo que "no se trata de perder o ganar frente al otro, sino de darse cuenta que tal vez hay elementos que no funcionan para la sociedad actual".
Pasik aseguró que no le disgusta interpretar a los villanos, algo que comenzó a hacer a partir de su trabajo en "Verano del 98": "Creo que representan a parte de la sociedad, pero como actor nunca hago un personaje lineal. Por eso me gustan los villanos: siempre son más complejos que los buenos". El actor dijo que se siente un privilegiado por tener trabajo en televisión y en teatro, donde junto a su esposa, Marta Betoldi, interpreta "Locos de contento, bien locos", un proyecto que llevó a escena como parte de su necesidad de "resistir" el achatamiento que provoca la eterna crisis de la Argentina.
-¿Qué significa en el contexto de la actualidad interpretar un personaje como Guillermo Carmona?
-Lamentablemente, creo que encuentra mucho reflejo en el común de la gente. Por supuesto están las excepciones, pero en general, creo que la culpa del estado de las cosas a la que llegamos no es sólo de una clase política desorientada u orientada hacia un lugar que no nos conviene, sino también de una clase civil, del ciudadano común que se acomodó en una situación, que prefirió ver los espejitos de colores, que si pudo hacer algo por izquierda lo hizo. Lamentablemente también somos socios en eso.
-¿Qué propone "Son amores" que ya no se haya visto?
-Creo que se dieron muchas cuestiones. Uno de los vectores era que ese público de principios de enero necesitaba un espacio para respirar otro tipo de aire. Sólo aspiro a que esto no sea una distracción, sino un entretenimiento porque lo que menos necesita la sociedad es distraerse. Creo que encontraron un producto muy noble y además participó del fenómeno el hecho de que gran parte de la clase media se desprendiera del cable. Otro hecho importante es que lo ve la familia, con un espectro de edades muy amplio, lo cual realmente me llena de alegría porque en un momento como éste poder reunir a la familia, con un pretexto que los haga sonreír, me parece absolutamente valioso.
-Entonces la crisis favoreció al proyecto
-La crisis no favorece a nadie, pero participa del fenómeno.
-¿En qué te identificás con Carmona?
-Sinceramente en las cosas buenas. La justicia y la ética para mí tienen mucho valor. Me parece importante que eso esté en la vida de las personas. Me preocupa cuidar eso. En eso no me reflejo con Carmona.
-¿Qué les aportás a los villanos?
-Siempre trato de destacarles sus partes más simpáticas o queribles, como para hacerlo más complejo. Hace poco me preguntaron si me basé en alguien en especial y yo digo que en muchos (risas). También me pregunto hasta qué punto cada uno de nosotros puede revisar sus acciones y sentir que está un poquito corrupto.
-¿Es una carga que te elijan para ese tipo de personajes?
-Me alegro de que así sea. Sí me aburriría mucho si no fuera un personaje que no tuviese un color, una movilidad. Es mucho más atractivo hacer un villano porque hay que construirlo a partir de por qué este tipo es así. Un bueno a toda costa a veces se hace más difícil de defender como actor.
-¿Cómo tomó el equipo de trabajo haber superado el rating de "Videomatch"?
-Personalmente no creo que sea lo más importante, pero me lleva a una reflexión. Más allá de competir en el mismo horario, no creo la gente quiera reírse de una caricatura de los políticos. Para eso tiene a los políticos y ya no les causa ninguna gracia. No es para generalizar, pero los políticos están siendo una caricatura de sí mismos. Basta rescatar los discursos de los últimos años. Lástima que nos hagan padecer porque sino nos cagaríamos de risa.
-¿No es una época para bromas pesadas?
-Pensaba en "Gran Cuñado", o "El peor día", o romper un coche porque te lo reponen después y no me parecía factible. Creo que no están las cosas para eso. Sentía que la gente no podía adherir a reírse del otro. Creo que ya no hay espacio para eso. Más allá de eso, el hecho de superar a Tinelli creo que no es perder frente al otro, sino darse cuenta que hay elementos que tal vez no funcionan del todo para esta sociedad.
-¿Influyó la ausencia de sorpresas?
-Quizás con un proceso menos cruento en el país, el programa de Tinelli hubiera tenido otro tipo de repercusión. La sensibilidad de la gente está muy convulsionada. Ya no se trata de los otros: podríamos ser cualquiera de nosotros en cualquier momento: el coreano, el que hace la cola en la embajada, al que secuestraron, el que reclama con justicia algo que le pertenece.
-¿Producir programas con un alto rating también supone alguna responsabilidad?
-Todos los estamentos del programa funcionan muy bien. Acá opinan todos: desde la compaginación, la edición, la musicalización, la sonorización, y los actores. Se respira un aire de libertad, pero no sólo libertad sobre cómo se mueve mi personaje, sino en cuanto estilo. Creo que es el primer programa en que aparece semejante libertad visual y de tiempos. En ese sentido es un producto bastante novedoso hecho por y para argentinos. Aun con nuestro estilo, quizás tiene más que ver con una libertad del tipo de las comedias de Sony. Es la libertad de terminar escenas que tienen el único placer de entretener y divertir a la gente.
-¿Cómo es tener a tu esposa también en el teatro?
-No puedo decir cómo es genéricamente, pero con la mía por suerte fue bárbaro, pero era riesgoso. La verdad es que lo pensamos bastante antes de encarar "Locos de contento, muy locos". Era involucrarnos con una producción y mucho para compartir... pero también son muchos los problemas que pueden surgir.
-¿Te dice cosas como esto lo hablamos en casa?
-No... Pasa más que en casa me diga esto lo hablamos en en el teatro. Me preocupa cuidar el espacio doméstico; tratamos de tener un equilibrio, aunque a veces lo perdemos (risas).



"Los políticos ya no causan ninguna gracia", aseguró. (Foto: Horacio Paone)
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