Un hombre de 38 años acusado de violar a dos hermanas de 10 y 15 años a las que fotografiaba y filmaba mientras cometía los ataques sexuales fue procesado por el juez de Instrucción Jorge Eldo Juárez, quien le aplicó una serie de agravantes por la edad de las menores, la existencia de acceso carnal y el riesgo de que el acusado, infectado con el virus HIV, pudiera contagiar a las víctimas.
Esa serie de abusos sexuales sistemáticos se perpetró durante más de seis años en un barrio de clase media de la zona oeste. El imputado, cuyo nombre se reserva para preservar a las víctimas, era empleado de una fábrica del ramo alimenticio donde también trabajaba su esposa. Como el matrimonio tenía horarios de trabajo opuestos, los ataques se producían cuando la mujer estaba ausente. Ella, según reveló la policía, conocía la enfermedad del detenido y se abstenía de tener relaciones sexuales amparándose en una serie de prácticas religiosas.
El acusado supo ganarse la confianza de un matrimonio vecino que tiene tres hijas de 15, 11 y 10 años y cuatro varones más pequeños. La estrecha relación que tenía con las víctimas se vio favorecida por el lugar que ocupaba en la familia. Los padres de las nenas lo consideraban "uno más de la familia" y una especie de guía para las chiquitas, que con frecuencia iban a su casa a hacer la tarea o a merendar. Y como el hombre no tenía hijos, el matrimonio suponía que su apego hacia las hijas mujeres era "una forma de canalizar sus instintos paternales".
Bajo amenaza de muerte
El imputado solía prestarles dinero a sus vecinos y ocupaba un lugar "de privilegio, autoridad y respeto" para las chiquitas, "sostenido mediante las amenazas y situaciones de violencia sexual", según observó la responsable del Centro de Atención a la Víctima, Mariel Arévalo. En esa dependencia, las menores revelaron que el hombre las llevaba separadamente a la casa con algún pretexto y allí las sometía a todo tipo de prácticas sexuales. En un relato cargado de miedo y angustia, dijeron que también las retrataba desnudas, les exhibía imágenes y películas pornográficas o filmaba las violaciones.\Las víctimas dijeron que el acusado ocultaba el material en un hueco del cielorraso del dormitorio. Y que se valía de una serie de mecanismos perversos para garantizar su silencio: las amenazaba con un cuchillo o con matar a sus hermanitos.\Ese tormento que combinaba gestos paternales en público y vejaciones en la intimidad fue descubierto por el abuelo de las nenas, de más de 50 años. El hombre le enseñaba a leer a la menor de sus nietas, que tiene problemas fonoaudiológicos y un retraso madurativo, cuando ésta le contó que su vecino la violaba desde hacía un año.\La madre de la chica no dio crédito a su relato hasta que, siete meses después, descubrió a su vecino tratando de entrar por la ventana para "raptar" a la nena de 11 años, que nunca fue violada. Recién cuando la mujer decidió hacer la denuncia, la mayor de las nenas se animó a contar que su vecino la violaba, filmaba y fotografiaba desde los 9 años. Las menores fueron examinadas por médicos forenses que detectaron lesiones anales y vaginales.\Con el secuestro del material pornográfico, el acusado fue detenido el 12 de mayo pasado. Se limitó a rechazar por "injusta" la imputación y se abstuvo de declarar ante el juez Juárez.\El magistrado lo procesó por cometer delitos contra la identidad sexual mediante amenazas a menores de 13 años, con acceso carnal y con conocimiento de ser portador de una enfermedad grave, lo que contempla penas de hasta 20 años de cárcel. Para Juárez, el hecho de que usara preservativo no invalida este último agravante porque esto "disminuye pero no impide el riesgo de contagio, sobre todo en caso de fallas o roturas". Hasta el momento, de los exámenes practicados, no se detectó que las menores hayan sido contagiadas.