Los productores e industriales lecheros observan con preocupación el crecimiento de la comercialización marginal de leche cruda. La crisis agudizó el fenómeno que, si bien tenía vigencia en el sector, está adquiriendo una magnitud alarmante en los distintos centros urbanos del país.
El temor gira en torno, por un lado, de la competencia desleal que significa para con quienes cumplen con el proceso de control y calidad de la leche y por otro, con la posibilidad de que se extiendan enfermedades como la tuberculosis o brucelosis que ponen en riesgo la vida misma de los consumidores. En ese sentido, en la provincia de Santa Fe se está por lanzar una campaña para alertar sobre los peligros de consumir leche cruda sin pasteurizar.
En los últimos meses, en numerosos centros urbanos del país se está produciendo un fenómeno que parecía erradicado desde hace varias décadas como es la venta y consumo de leche cruda sin pasteurizar. La industria lechera ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en los procesos para mejorar la calidad de la leche y la crisis social y económica parece arrasar con la historia.
Según fuentes del sector, la estimación es que el 30% de la leche que se comercializa en el país se hace de manera marginal o en negro y se está realizando un relevamiento en las principales cuencas lecheras para precisar los números.
La disconformidad en el sector por el valor que las fábricas pagan por la leche y sobre todo, los plazos de cobro que llegan a 30 días, son algunos de los disparadores para esta marginalidad además del aumento del fluido en góndola.
Un productor que vende en este circuito recibe al contado un precio superior (alrededor de 0,50 pesos por litro) al que recibiría si lo entrega a la industria. En general suelen ser tambos pequeños, periféricos a determinado centro urbano o población. El problema es la calidad de la mercadería.
Otro de los clientes, además de la población de bajos ingresos que ven en esta posibilidad una alternativa para su consumo, son las pequeñas fábricas o queseras ya que de esta manera, pueden evadir el impuesto al valor agregado (IVA).
En ese sentido, la preocupación no sólo tiene que ver con la evasión impositiva que significa esta forma de comercialización sino también por las condiciones sanitarias que no son tenidas en cuenta.
El mayor peligro en el consumo de leche cruda (o de quesos frescos elaborados en estas condiciones) radica en la posibilidad de contraer enfermedades como brucelosis y tuberculosis, la primera transmisible al hombre.
Por otra parte, se incrementan notablemente los riesgos de contaminación cruzada, al introducir en el hogar un producto crudo y "eventualmente contaminado" y los residuos de antibióticos, utilizados en el animal en el tratamiento de alguna enfermedad, tiene efectos contraproducentes en el ser humano.
Jorge Secco, gerente general del Centro de la industria lechera indicó que el sector está preocupado por esta marginalidad. "Se está retrocediendo 50 años en calidad y sanidad, la leche cuando sale del tambo incorpora al costo valor agregado y de esa manera no tributa y le quita capacidad de trabajo al que sí lo hace".
Control sanitario
En ese sentido, las autoridades provinciales de Santa Fe tanto del área de Salud como de la cartera agropecuaria están organizando una campaña preventiva advirtiendo a la población sobre los riesgos de consumir la leche sin pasteurizar.
A principios del mes pasado, la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuaria (Oncca) acordó con los gobiernos de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, las principales provincias lecheras, incorporar a esta producción bajo su órbita de control.