Año CXXXV
 Nº 49.558
Rosario,
viernes  02 de
agosto de 2002
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La vida del médico argentino en el buque atrapado en la Antártida
El fallido rescate del Irízar dejó a Juan Campana a bordo del Oldendorff

Juan Carlos Campana, el médico argentino que revista a bordo del buque Almirante Irízar y que quedó en el barco alemán Magdalena Oldendorff invernando en los hielos antárticos dijo que les está enseñando a sus compañeros de aventura a "hablar castellano y a tomar mate, así que en cualquier momento esto se vuelve un barrio nuestro". Según aseguró, se encuentra "en perfectas condiciones", al igual que los otros 18 tripulantes y todos se aprontan a soportar hasta noviembre la espera de que el buque pueda volver a navegar cuando se produzca el deshielo.
El médico, oriundo de Resistencia, Chaco, se refirió ayer a los avatares de la vida a bordo del buque alemán embicado en la Antártida durante una charla que mantuvo con sus padres, Juan Carlos y Gladys Campana, a través de la emisora correntina Radio Sudamericana, que hizo comunicación telefónica en dúplex con Resistencia.
"Estoy haciendo algo bueno, que me gusta, saben que estoy contento haciendo esto. Quédense tranquilos porque aquí estoy bien, acompañado de buena gente y más no se puede pedir", los tranquilizó el médico.
Campana explicó que la tripulación del Oldendorff, luego de separarse del Irízar al no poder concluir el rescate, requirió un médico, y él se ofreció de voluntario. "El capitán (del buque alemán) me brindó todo, me dieron un camarote muy confortable y las condiciones de habitabilidad del buque son muy buenas, pese a que en este momento, afuera, estará haciendo más o menos 40 grados bajo cero", señaló.
Describió que "estamos en un lugar que es un fiordo natural de un glaciar, pegados al continente antártico, a la altura de Sudáfrica. Aquí se aprenden a mirar otras cosas, como la impresionante barrera de hielo, que es donde termina el hielo antártico propiamente dicho, que mide aproximadamente más de cien metros".
Según Campana, "el barco no se mueve, han parado las hélices, quedamos solamente con los generadores para tener calefacción".
Sobre la vida en el buque, indicó que "si fuera necesario podemos salir a la cubierta, pero hay que minimizar las situaciones de riesgo porque acá hay que cuidarse mucho, no tenemos la posibilidad de asistencia médica más que la mía y con los elementos que hay aquí".
Afirmó que "la calefacción interna funciona sin problemas en la zona de habitabilidad del buque, aunque no en otros lugares. Por ejemplo, cuando uno va a la bodega a caminar o trotar, hay que hacerlo con ropa para frío extremo, porque ese lugar está congelado y debe haber unos 20 grados bajo cero".

Ucranianos, polacos y filipinos
"La tripulación está integrada por ucranianos, polacos, filipinos y oriundos de Maldivia, y por el capitán, que es ruso. En este momento quedamos 19 personas porque se tuvo que acotar la cantidad de gente para que las provisiones alcanzasen bien, con buen margen".
Puntualizó que "todos tratamos de hablar un poco en inglés y por señas, así que es una alegría poder hablar ahora en castellano un rato; pero yo ya les estoy enseñando nuestro idioma y a tomar mate, por lo que me imagino que en cualquier momento esto se vuelve un barrio nuestro".
En cuanto a su conexión con el resto del mundo, adujo que "la única forma de comunicarnos es cuando me llaman. No recibo una radio, no tenemos televisión, no tenemos contacto de ninguna manera, como no sea mediante el sistema satelital".
Sobre las causas que llevaron al Magdalena Oldendorff a quedar varado, Campana sostuvo que "la Antártida es un lugar bastante imprevisto en diversas situaciones, por equis causa tuvieron que salir a relevar una expedición rusa, un poquito fuera del tiempo habitual y este año hubo condiciones en que se cerró todo mucho antes".
"Este es un buque muy grande, tiene más de 170 metros de largo, el capitán posee mucha experiencia antártica, tal es así que eligió el mejor lugar que había por aquí para poder parar su navío. Un lugar a resguardo, muy bien protegido y estratégico, para que ni bien esto empiece a descongelarse, se pueda salir".
Opinó en ese sentido que "creo que fueron las condiciones climáticas raras las que motivaron que el buque quedase atrapado por los hielos y no errores" y comentó además que "ellos estaban más preocupados por su sobrevivencia, que por poder volver al continente".
"Al conocer la Antártida sabían las dificultades que presentaba y en general apostaban a que no pudiera llegar al Irízar. Se sorprendieron muchísimo al ver que logramos llegar hasta aquí y aprovisionarlos. Ya con eso, dicen que hicieron mucho más llevadera su invernada", explicó. (Télam)


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