Washington. - El presidente George W. Bush prometió mostrarse inflexible con los ejecutivos que minaron la confianza en el sistema financiero estadounidense, al promulgar ayer una ley que reforma la contabilidad de las empresas y prevé serios castigos a las corporaciones que efectúen maniobras fraudulentas con sus balances. En la ceremonia en la Casa Blanca -ante la presencia de los copatrocinadores de la ley, el senador demócrata Paul Sarbanes y el representante republicano Michael Oxley- Bush prometió "tiempos duros" en lugar de "dinero fácil" para los ejecutivos que cometan fraudes contables.
Bush sancionó la ley con la esperanza de sanear la confianza de los inversores, luego de una ola de escándalos empresariales que han causado amplias caídas en la Bolsa y el enfado de los estadounidenses, a solo unos meses de las elecciones legislativas del 5 de noviembre. La ley está diseñada para dificultar que los ejecutivos empresariales engañen a los inversionistas. La norma es mucho más severa que las medidas propuestas antes por Bush, quien ha sido cuestionado por las ventas de acciones y por un crédito de bajo interés que él aceptó mientras era un director externo de Harken Energy Corp (HECA.A) hace más de una década.
Desafiado por la percepción de que su gobierno tiene vínculos muy estrechos con las grandes empresas, Bush estaba bajo presión para firmar la ley rápidamente ante la ira pública por las caídas de la Bolsa y ante el temor de que el Partido Republicano, al que pertenece, enfrente las consecuencias políticas en los comicios. "No más dinero fácil para los criminales corporativos. Sólo tiempos duros", prometió Bush mientras firmaba la medida en una elaborada ceremonia en la sala este de la Casa Blanca, en la que estuvieron presentes más de 20 líderes republicanos y demócratas, pero pocos presidentes ejecutivos de empresas.
La legislación crea una nueva junta de supervisión para el sector de las firmas de contabilidad, que hasta ahora sólo estaba regulado casi por completo por sí mismo, y que estuvo involucrado en algunos de los casos más graves de la serie de escándalos como los de Enron Corp. y WorldCom.
Enojo de los votantes
Hace tan solo unos meses, el impulso para reformar las prácticas del sector privado de EEUU parecía enfrentar obstáculos, por los cabildeos exitosos para bloquear las reformas en el Congreso, y por la insistencia de Bush de que los responsables eran sólo unos pocos entre todos los ejecutivos. Pero la revelación de los enormes errores contables de WorldCom en junio, y un derrumbe de 1.200 puntos del promedio industrial Dow Jones de la Bolsa de Nueva York a lo largo de julio, hicieron que los legisladores se unieran para aprobar un proyecto duro, y forzaron a que Bush adopte esta medida. Tanto el Congreso como la Casa Blanca tenían miedo por el enojo de los votantes, cuyos ahorros para la jubilación se redujeron fuertemente por el declive del mercado.
La ley cuadruplica el tiempo máximo de cárcel para los ejecutivos que cometan fraude postal o electrónico, a 20 años. Además, la ley establece una nueva figura penal de fraude de valores, con una sentencia máxima de 25 años, y aumenta el financiamiento para la Comisión de Valores de EEUU (SEC), que regula al sector privado.
La ley también establece la creación de un Fondo de Restitución Federal para los inversores, para reembolsarles el dinero perdido en Bolsa debido a prácticas deshonestas de empresarios.
A pesar de la promulgación de la ley, los mercados estadounidenses, tras una impresionante suba el lunes, se mantuvieron volátiles a causa de la baja del índice de confianza de los consumidores norteamericanos. Sin embargo, Bush insistió en la fortaleza de la economía estadounidense. "Nunca antes la economía fue tan diversa y tan innovadora", agregó. (AFP y Reuters)