Newell's sintió demasiado el peso de jugar en un espacio físico como el Monumental y ante una camiseta como la de River. Sin embargo, la sensación que queda flotando —y no es la primera vez que le sucede— es que siempre se acuerda tarde de sus chances. Y que se coloca en una postura de partenaire en lugar de buscar el protagonismo que se pregona desde adentro. En un fútbol tan equilibrado hacia abajo como este, ya no quedan equipos que saquen abismales diferencias. Ni siquiera River o Boca. Más allá de las limitaciones propias, es un buen momento para intentar un cambio.
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