"Indudablemente, las ordenanzas que están en vigencia no alcanzan para conducir la integración de la ciudad. La fórmula sería que las confiterías reduzcan los ruidos, porque los informes técnicos son realmente preocupantes y los vecinos tienen razón". Con estas palabras, el intendente Hermes Binner se pronunció ayer sobre los episodios desatados el fin de semana cuando tras la clausura de dos bares y un boliche ubicados en la zona del Bajo hubo cacerolazos, quema de cubiertas y amenazas a vecinos del lugar. "Los jóvenes tienen derecho a protestar, pero este no es el camino", prosiguió el jefe comunal. La veda musical decretada por la Municipalidad prohíbe a los bares la amenización sonora a través de aparatos electrónicos.
La política de respetar a pie juntillas la ordenanza que regula los espectáculos públicos debutó con los bares del Bajo. El sábado por la noche los bares Salamanca y Fénix fueron clausurados por la Municipalidad. El motivo, difundir música en estos locales a través de aparatos electrónicos.
Con ellos también se procedió al cierre de la confitería Barabajo por no contar con el compresor de sonido, un requisito técnico que en la práctica hace descender la música a los niveles máximos permitidos por ordenanza.
Polémica instalada
El propio Binner, quien vive a menos de 200 metros de la zona en cuestión, reconoció que la polémica entre los bolicheros y los habitantes de las viviendas linderas "está instalada" y consideró que desde el Ejecutivo no se logra "compatibilizar el derecho de los jóvenes a la diversión con el de los vecinos al descanso".
Pero incluso, el intendente reconoció que "las ordenanzas que están en vigencia no alcanzan para conducir a la integración de la ciudad" y estimó que una propuesta superadora debe asegurar "que se reduzcan los ruidos en las confiterías".
El descontrol a la noche fue asumido por el mismo jefe comunal, al revelar que "los vecinos tienen razón, porque los informes técnicos son realmente preocupantes. Parece que hay una competencia a ver quién hace más ruido, pero los jóvenes se pueden divertir sin estos ruidos asombrosos".
Sobre el cacerolazo protagonizado en la madrugada del domingo por dueños, clientes y empleados de los bares clausurados en la zona del bajo, Binner respetó "el derecho a la protesta", pero entendió que "no es el camino".
Ayer, la directora de Registración e Inspección, Rosa Acosta, insistió con la advertencia de que no deben difundir música los locales que no posean la respectiva habilitación. "Habían sido notificados que debían abstenerse de pasar música, pero el viernes pasado se hizo una constatación con un escribano y se comprobó que los equipos la difundían", indicó.
Acosta fue tajante con los dueños de los bares al insistir que "por más que pongan música con bajos decibeles de potencia, los mismos equipos producen una contaminación sonora, algo que arrojaron las mediciones".
Por la tarde, los dueños de Salamanca y Fénix apelaron a un tono conciliador con los vecinos de Tucumán y San Martín. "Queremos lograr un acuerdo con la gente que vive alrededor de nuestros locales, para que entiendan que los bares no somos el problema", aseguró el dueño de Fénix, Carlos Ponsanesi, para luego preguntarse: "¿Quién controla a los minimarket y a los drugstore que venden bebidas alcohólicas a los menores?".