Cientos de miles de peregrinos de todo el mundo desafiaban anoche el calor y la humedad en el parque Downsview Lands, un predio de 130 hectáreas al norte de Toronto, Canadá, donde funcionó durante años una base militar, para celebrar junto a Juan Pablo II una vigilia y dormir bajo las estrellas hasta la misa papal de mañana, en una suerte de inmenso Woodstock católico y multicultural que hace de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud organizada por la Iglesia Católica. Según las últimas cifras de la organización, más de 300 mil fieles con poca ropa debido a los 30 grados de temperatura se instalaron sobre los pastizales o el barro frente a un inmenso escenario con carpas, sombrillas, paraguas y hasta cajas de cartón para protegerse del sol y una fina lluvia intermitente. La misa papal de hoy estará abierta a todo el público y los organizadores esperan una asistencia de cerca de 750.000 personas. "Festeja con el Papa" (Party with the Pope), rezan las camisetas amarillo huevo de un grupo de jóvenes canadienses que baila mientras escucha la canción "Dios aún está al mando", interpretada a ritmo tecno-pop en el escenario desde donde hablará el Papa. "Católico loco" (Krazy catholic), dicen las camisetas de otros. Rosario en mano, Berta Ojeda, una venezolana de 31 años, reza mientras a su alrededor miles de personas juegan a las cartas o a la pelota, toman sol, duermen o se mecen al ritmo de una sucesión de conciertos, sentados en fila india para hacerse masajes en la espalda. "Esta vigilia es un llamado del Señor a toda la juventud del mundo para demostrar que no hay fronteras, que no hay idiomas que nos separen, que hay un ideal universal en común: el poder de la fe y del amor de Dios", dijo la chica. Al igual que miles, Berta se levantó a las cinco de la mañana y caminó varios kilómetros para llegar temprano al parque de 130 hectáreas -donde el Papa ya celebró misa en 1984-, cuyo escenario mide 3.700 metros cuadrados y está presidido por una cruz de 50 metros de altura. "Es un poco como al comienzo de la Iglesia, todos salidos de diferentes países, de diferentes culturas, pero unidos por el Papa, sin fanatismo pero con mucha alegría", dijo el padre dominicano Gabriel, proveniente de Quebec, mientras se enjugaba el sudor y agitaba su sotana blanca para ventilarse. "A pesar del calor, del agobio, del cansancio, el espíritu es de esperanza", indicó Mónica Landino, de 24 años, que trabaja en un colegio salesiano de Guadalajara (México), mientras comía papas fritas sentada sobre cartones en el parque. Ayer a la mañana, Juan Pablo II recibió a diferentes líderes políticos, entre ellos el primer ministro canadiense, Jean Chretien, y almorzó luego con los obispos de la Conferencia Episcopal de Canadá y los miembros de la comitiva papal. El Papa abandonará Canadá mañana para seguir camino hacia Guatemala y México. (AFP)
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