Leonardo Graciarena / La Capital
Desde diciembre de 2001, la opinión pública estadounidense conoció de a una por vez, la caída de las grandes compañías que alguna vez marcaron el sendero del éxito. En siete meses y en medio de escándalos financieros o de corrupción pasaron bajo el ojo revisor, por lo menos, trece grandes corporaciones estadounidenses. Con su caída en enero, Enron marcó el rumbo de un escándalo que adquiere proporciones que rememoran el caso Watergate. La compañía energética fue alguna vez una de las siete empresas más importantes de EEUU y la primera de las grandes en quebrar. Ahora el mote de "la quiebra más grande de la historia de EEUU" quedó en manos de WorldCom, la segunda operadora de telefonía de larga distancia y poseedora de la mitad de los usuarios de Internet en Norteamérica. El camino hacia el cielo de los perdedores financieros comenzó en diciembre del año pasado. Dos meses después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono mientras la sociedad norteamericana esperaba el próximo golpe de Osama Bin Laden se conoció el caso Enron. * A partir de Enron. Desde ese momento otras empresas se vieron envueltas en similares escándalos busátiles. Los emporios de comunicaciones WorldCom -con fraude cercano a los 3.850 millones de dólares y en flamante bancarrota- y Global Crossing. La telefónica Qwest, con una deuda de 26.000 millones. AOL, el mayor prestador de Internet de EEUU. El fabricante de fotocopiadoras Xerox. Las industrias Tyco. Adelphia, el sexto operador de cable de EEUU. Las farmacéuticas Merck, con una sobrefacturación de 12.400 millones, y Bristol-Myers Squibb. Merrill Lynch, el mayor broker de EEUU. La petrolera Hallirburton, que bajo la gestión del ahora vicepresidente Dick Cheney "infló" sus ingresos en 445 millones. Las últimas gemas en incorporarse fueron el gigante Johnson y Johnson, y la financiera Salomon Smith Barney que son investigadas por la Comisión de Operaciones Bursátiles (Securities and Exchange Commission, SEC), el organismo estadounidense encargado del control de la bolsa. Estos casos presionaron tanto a la Casa Blanca que el presidente George W. Bush debió realizar una serie de anuncios para combatir la corrupción en el sector privado. Entre los planes se incluyen largas sentencias a prisión para los acusados por fraude. Sin embargo, los demócratas indicaron que las medidas no son suficientes y que Bush debe acompañar sus palabras con acciones concretas. * Un caso testigo. La caída de Enron abrió los ojos de los estadounidenses a un submundo de complejas operaciones contables para mantener "la correcta apariencia" de los estados contables de las grandes corporaciones. Para obtener recursos financieros para solventar su plan de expansión -sin que su propiedad sufriera ni su calificación disminuyera-, Enron creó una red de subsidiarias y otro tipo de sociedades externas que le permitieron mantener por fuera de sus estados financieros las deudas contraídas. En este mismo contexto se movieron empresas como la aeronáutica United Airlines, Xerox o Dell. En Estados Unidos está contemplado que una empresa puede retirar de sus balances parte de sus activos y agruparlos en una entidad independiente, llamada de Propósito Especial (SPE, por sus iniciales en inglés). Hasta ahí, todo en orden. El problema es que rara vez las empresas, como en el caso de Enron, divulgan claramente sus implicaciones en estas SPE. El otro mecanismo en discusión es el de las stock options, paquetes de acciones de la misma empresa que los altos ejecutivos reciben en cada ejercicio. Por una discutida ley del 94, las sociedades no deben anotar estos millonarios pagos como costos, un mecanismo que está a la base de muchos de los enjüagues contables que se descubren ahora. Días antes de entrar en bancarrota -que dejó en la calle a 25.000 empleados y evaporó cerca de 30.000 millones de dólares de sus accionistas- la empresa reconoció haber cometido errores contables. Entonces realizó una movida audaz, pero dentro de la ley. Reclasificó sus finanzas desde 1997 incorporando algunas SPE que había excluido fraudulentamente. Y se conoció que desde aquél año sus reportes de ganancias por 3.500 millones de dólares estaban "levemente inflados" en 600 millones, es decir, en el 17%. La quiebra de Enron fue la mayor de la historia estadounidense hasta la presentación de la bancarrota de WorldCom. * La auditora cómplice. El colapso de Enron -una de las siete empresas más grandes de Estados Unidos- salpicó a todo el poder político estadounidense, ya que la empresa energética con sede en Texas fue una de las principales subsidiarias de la campaña presidencial republicana. Después de Enron, un eje de la investigación puso proa hacia el actual vicepresidente Dick Cheney. Y otro fue directamente hacia la empresa auditora Andersen, con 390 sucursales en todo el mundo. Esta auditora -hoy fundida y desguazada- es un denominador común en varios escándalos financieros posteriores, como los de WorldCom o la Merck estadounidense. Andersen prestó a Enron servicios de consultoría contable y financiera a la vez que era su auditora externa. Las investigaciones descubrieron irregularidades que fueron desde la destrucción deliberada de documentos hasta que algunos de sus ex funcionarios eran altos ejecutivos en Enron. Pero las penurias de Andersen no terminaron en Enron, sino que se proyectaron a otra gran escándalo: WorldCom, la quiebra más grande de la historia.
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