Año CXXXV
 Nº 49.548
Rosario,
martes  23 de
julio de 2002
Min 1º
Máx 8º
 
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cartas
Triste, pero seguimos sin avanzar

Dos mil años atrás, en la antigua Roma, cuando aún no existían los cubiertos ni se usaban servilletas, durante los opíparos banquetes que disfrutaban los poderosos en amplios patios o salones ubicados a nivel superior al que tenía acceso la plebe, era costumbre que los menesterosos se agolparan a recoger las migajas de pan que displicentemente arrojaban los "grandes señores" que participaban del banquete. Hoy, transcurridos veinte siglos, la información periodística da cuenta del proyecto de un concejal de la ciudad de Campana proponiendo que los desechos de comida destinada a la basura se diferencien del resto de los residuos mediante el empleo de bolsas de distintos colores para así facilitar la ubicación a los hambrientos. Con abstracción de la naturaleza voluntarista de la profiláctica iniciativa, debe reconocerse que ni siquiera alcanza a superar la humillante y deleznable modalidad empleada por aquellos romanos, con el peligroso agregado de que vendría a legitimar una aberrante realidad, legislándola en lugar de desterrarla con verdaderas medidas asistenciales que no lesionen tan hondamente la dignidad de los menesterosos.
LE: 3.165.879


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