"Acá, fue justo acá", dijo Hilario, y se paró en el lugar en el que hace 48 años el fotógrafo de este diario lo retrató junto a su familia. Miró los adoquines, buscó los ojos cómplices de sus hermanos para que lo ayudaran a confirmar su versión y se encontró de repente viviendo la misma historia. Ahí estaban otra vez. Como en aquel 13 de diciembre de 1954, cuando el buque Salta amarró en el muelle de la Estación Fluvial procedente de Italia.
"Me acuerdo perfecto. El fotógrafo se paró adelante nuestro y sacó la foto. Me parece que después salió en el diario", recordó. Y tenía razón. El, sus seis hermanos y sus padres aparecieron en las páginas de La Capital ilustrando una de las últimas llegadas de inmigrantes a la ciudad.
Casi cincuenta años después, este diario se encargó de encontrarlos para recrear aquella historia. Habían pasado pocos minutos de las tres de la tarde cuando Hilario, Rosa, José, Cosimo, Ida y Ana María volvieron a juntarse en La Fluvial. Sólo faltó Angela, que no pudo asistir a la cita por cuestiones de salud.
Claro que los pequeños de aquel día ahora tienen hijos y nietos, que no pararon de reírse al descubrirlos tan chiquitos y en una foto en blanco y negro.
"La verdad es que estamos muy nerviosos. Anoche no dormimos pensando en que íbamos a volver a este muelle", confesó Rosa (Nº 4 en ambas fotos), que en la antigua placa tenía 13 años, cumplidos justo el día en que llegó a Rosario. Estaba parada en medio de los dos más pequeños de la familia: José (Nº 5), 3 años en 1954, 51 hoy, y Cosimo (Nº 3), 11 meses por aquellos días y 48 años en la actualidad.
La pequeña que en la vieja foto sostenía una carterita es Ida (Nº 1). Tenía tan sólo cinco años. "La cartera me la regalaron apenas bajé. Una fue para mí y otra para Angela. Me dijeron que me la mandaba Perón, estaba llena de caramelos", recordó.
Sosteniendo al pequeño José estaba Ana María (Nº 2), que en 1954 tenía 15 años y hoy 62. La otra pequeña que está justo en el centro de la foto de mitad de siglo es Angela, la única que no pudo asistir al reencuentro. Cierra el viejo cuadro Hilario (Nº 6), de pie, con gorra y un bolso colgando del brazo. Por aquellos días tenía 17, y hoy 65.
Una verdadera fiesta
"Llegar a Rosario fue como llegar a una fiesta. Estaba lleno de gente que nos saludaba con pañuelos desde el muelle", recordó Rosa. Ese día, en la Estación Fluvial la multitud los recibió enfervorizada, mientras la banda de policía ejecutaba los himnos de Argentina, Italia y la Marcha Peronista.
Parado sobre la cubierta estaba Hilario, que no se había perdido un solo detalle del viaje desde que habían partido, 22 días antes, del puerto de Nápoles.
"Cuando veníamos por el océano me gustaba ver cómo saltaban los peces detrás del barco", recordó. Ida, en tanto, confesó que de aquel viejo buque le había impactado el comedor. "Era enorme y con largas mesas", rememoró.
Ana María fue quizás la única que se atrevió a revelar los sueños que escondían aquel día. "Teníamos mucha esperanza. Veníamos a América y estábamos convencidos de que íbamos a estar bien", dijo.
Hoy, 48 años después, les duele la realidad como a la mayoría de los que habitan este país, pero se ponen firmes a la hora de defenderlo. "Yo no me quiero ir, me quedo en mi Argentina que es lo más grande que hay", asegura Rosa, mientras Hilario asiente.
Ida fue la encargada de recordar cómo fue el desembarco. Los Demasi eran una familia numerosa y por eso se los dejó bajar rápidamente. "Nos armaron como un pasillito de gente y pasamos por ahí. Era muy chica, pero me acuerdo que me regalaron una carterita de charol roja llena de caramelos", señaló.
Después vinieron los trámites de rigor y la bienvenida formal a la Argentina.
Eran casi las 20 de aquel caluroso 13 de diciembre de 1954 cuando los Demasi salieron de La Fluvial. En ese momento, el fotógrafo de La Capital se adelantó y les tomó una foto. "Acá, fue justo acá", dijo Hilario hace unos pocos días, cuando este diario los encontró para revivir aquella historia...y sacar otra foto.
D.V.