Año CXXXV
 Nº 49.546
Rosario,
domingo  21 de
julio de 2002
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Carmen del Sauce: Al margen del progreso
Antigua posta de tropas y carretas, el pequeño poblado santafesino celebra hoy su fiesta patronal con espectáculos y fuegos de artificio

María Rosa Ponte de Peluso

En un intento por preservar los testimonios del pasado santafesino, el gobierno provincial declaró en 1986 como lugar de interés histórico a Carmen del Sauce, que aparece hoy como un centro urbano cuyo crecimiento y desarrollo quedó detenido en el tiempo.
La Posta del Sauce, cuyo primer nombre fue Puestos de Molina, se fundó el 29 de abril de 1803. Posteriormente, en 1824, se funda el Fuerte de la Horqueta del Sauce. El área comprendida entre los arroyos Pavón y del Sauce fue elegida para la concentración de las tropas de Estanislao López y luego de las de Urquiza. Por allí también pasó San Martín. Fue zona de invasiones indígenas por la abundancia de aguadas y de establecimientos ganaderos.
El 15 de febrero de 1864 un grupo de vecinos del distrito del Sauce solicitó al gobernador Nicasio Oroño un permiso para edificar una capilla. El agrimensor Marcelo Grondona delineó un pueblo en los terrenos donados por Domingo Molina y Bernardo García.
El 12 de diciembre de 1871, el gobierno dispuso que el agrimensor Julián Bustinza procediera a efectuar un nuevo trazado del pueblo, trabajo que concluyó el 12 de septiembre de 1872. Ese mismo año se creó una escuela para niñas, a cargo de Manuela Rivero. Además se nombró a Jacinto López como juez de paz, y se creó el primer consejo escolar integrado por Máximo Lara, Ramón Corvalán, Edgardo y Máximo Uranga, Luis Masonat y Pedro Molina. También se formó la comisión de vecinos para la construcción del templo.
Terminada la guerra con el Paraguay, una ley provincial entregó tierras a oficiales y soldados. Por eso sus pobladores fueron en su totalidad criollos oriundos de Santa Fe y Santiago del Estero.
El 7 de marzo de 1875, un valuador le asignó por primera vez el nombre de Carmen del Sauce. Antes había sido Puestos de Molina, Horqueta del Sauce y San Pedro.
Pedro Luis Laflor, que había establecido un servicio de mensajería entre Rosario y Melincué pasando por Carmen del Sauce, fue quien donó una imagen de la Virgen del Carmen. Por ese motivo se denominaría de ese modo al pueblo, ya que era notable la devoción mariana de los pobladores, que según el censo provincial de 1887 tenía una población de 466 habitantes.
Desde su nacimiento fue posta de tropas y de carretas pesadas que buscaban el puerto de Buenos Aires, o que se dirigían al interior con productos extranjeros. Cabe destacar que en 1877 en el departamento Rosario había sólo tres centros urbanos: Rosario, Avila (como se llamaba entonces a Funes) y Carmen del Sauce. Años más tarde, con el paso del ferrocarril y ante la negativa de los propietarios de ceder tierras para el tendido de las vías, no previendo el futuro que aquello acarreaba, comenzó la decadencia que llevaría al fin.
El matrimonio formado por Amador Acebal y María Saá Pereyra, hizo pasar el tren por sus tierras y donó terrenos para la construcción de la iglesia, la plaza y la escuela. Así, a dos kilómetros nació el pueblo de Acebal. Poco a poco, del apogeo de Carmen de Sauce, con su edificación de gran influencia española, hotel de dos plantas, estafeta postal, mensajería, farmacia, panadería a vapor, sólo fue quedando un nostálgico recuerdo, que hoy conocemos por tradición oral.
De aquellos días de gloria impregnados de una gran cultura gauchesca pampeana hoy queda como testigo un pueblo mágico, atrapante. Quien visita Carmen del Sauce, vuelve una y otra vez. Tiene el capital más grande que hay y ninguna gran ciudad del país puede tener: la paz, que se siente, se vive y se disfruta.
El pueblo se caracteriza por los hermosos amaneceres y atardeceres, el olor a tierra, el perfume de las flores de los paraísos de sus arboladas calles y los jinetes y sus caballos, orgullosos defensores de nuestra tradición. Y lo más importante: la fiesta del 16 de julio día de la Virgen del Carmen (cuyos festejos se desarrollarán hoy). Lo único que el progreso no pudo arrebatarle a sus nostálgicos pobladores es la devoción mariana.



Carmen del Sauce, declarado lugar de interés histórico.
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