Año CXXXV
 Nº 49.546
Rosario,
domingo  21 de
julio de 2002
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Santa Rosa de Calamuchita: Donde se escucha el silencio
Cascadas, bosques de coníferas y los típicos sabores serranos, atractivos invernales del valle

Carlos Pulvirenti / La Capital

Tranquilidad y diversión se conjugan armónicamente en la zona. La exuberante naturaleza hace vibrar los cinco sentidos al transitar desde Embalse hasta Santa Rosa de Calamuchita, de Yacanto hasta Villa General Belgrano, La Cumbrecita y Los Reartes. El valle del sur cordobés brinda la respuesta para evitar el agobio de la contaminación sonora y da la oportunidad de pasear sin apuro y disfrutando de cada pedacito del paisaje salpicado de siete lagos y de innumerables ríos y montañas.
No solamente por las noches el silencio se "escucha", también durante el día la tranquilidad sólo es alterada por el canto de un zorzal, una cotorra o el vuelo de un benteveo o una reina mora. El murmullo del río corriendo entre las rocas, una cascada y el viento que mece las coníferas completan la escena. Esa es la imagen invernal de Santa Rosa de Calamuchita hecha para el descanso y el paseo en contacto con la naturaleza en su estado más puro.
El valle de Calamuchita ofrece un variado salpicón de lagos: Cerro Pelado y su espejado reflejo, Arroyo Corto, Piedras Moras, el bellísimo entorno de Los Molinos y el imponente Embalse Río Tercero. También vale la pena admirar el serpenteante recorrido de ríos como El Espinillo, Los Reartes, La Cruz, Quinllinzo, el Grande y el Santa Rosa, que tiene hermosas vistas como la que se aprecia desde el puente peatonal colgante, construido en 1957.
El recreo visual no es la única carta de presentación del valle. Santa Rosa de Calamuchita, es corazón y base casi obligada para trasladarse hacia distintos puntos de la zona. Al atardecer es típico ver que de cada casita o cabaña surge de las chimeneas el humo de una salamandra y el olor a leña se expande por toda la ciudad.
A propósito de los cinco sentidos, el sabor también ocupa su lugar. A 800 metros del famoso puente de hierro sobre el río Santa Rosa, que tiene casi 90 años, se puede visitar el establecimiento Yullín (que quiere decir abeja) donde Marité Crosta y Julio Guzmán se dedican a la apicultura. Mediante un didáctico y muy ameno relato se puede conocer la vida de las abejas, ver distintos tipos de colmenas y saborear no sólo miel, sino también licores y dulces.
Tanto ocupa a los lugareños el tema de los productos típicos que hasta el 28 del corriente se realiza el Encuentro de Sabores Serranos donde se pueden degustar platos de la zona en una carpa calefaccionada, instalada para disfrutar de la gastronomía, recetas caseras, danza y canto. Hoy actuará el conjunto Ivoti y el domingo próximo al mediodía se presentará Facundo Toro.
Santa Rosa de Calamuchita es una población con casi diez mil habitantes que se extiende varios kilómetros a lo largo del río Santa Rosa. Allí nació en 1801, Dalmacio Vélez Sarsfield, autor de los códigos de Comercio y Civil. La gente es hospitalaria, simple y cuida mucho de las tradiciones. Una clásica es la de los domingos cerca del mediodía. En varios bares, uno sobre calle Libertad y Mendoza, muchos parroquianos, todos hombres, se sientan en torno a las mesas en la vereda a conversar y tomar el vermut antes del almuerzo, típica costumbre perdida en las grandes ciudades.
El turista que elige ir a Santa Rosa de Calamuchita podrá optar entre alojamientos en hoteles que van desde 15 pesos por persona con desayuno a 55 pesos la habitación doble por día. También cuenta con cabañas para cuatro personas desde 50 pesos diarios con diferentes servicios, como ropa de cama, vajilla, mucama y juegos infantiles. También hay complejos de cabañas para cuatro personas desde 60 pesos diarios totalmente equipadas, con piscinas, canchas de golf, tenis, fútbol y paddle.
En la zona se pueden realizar todo tipo de actividades en contacto con la naturaleza, desde trekking por el cordón de las Sierras Chicas, travesías 4x4 por las Sierras Grandes, cabalgatas, pesca, mountain bike y la novedad de turismo aventura en el valle: tirolesa. La actividad consiste en el cruce del río Santa Rosa, pero por el aire. Dos grandes postes sostienen un grueso cable de acero que consta de un carrito de poleas con manijas para que la persona que lo realiza se sostenga. El paso es seguro y no es necesario tener un estado físico excelente. El aventurero está sujeto por medio de un arnés y mosquetas de sostén, además debe ponerse un casco.



La naturaleza muestra su estado más puro en el río.
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